Opinión
Miénteme, que te pillaré
El Cuco y sus padres, serán procesados por un juez de Sevilla, por urdir un plan para engañar al tribunal sobre los hechos acontecidos el día de la muerte de Marta del Castillo. Siempre me he preguntado cómo lograron engañar a profesionales expertos en delincuentes. La serie de televisión «Miénteme» acercó al público mucho de los «elementos» a analizar cuando de pillar a un mentiroso se trata. No es fácil, créanme.
Además de tener los ojos muy abiertos, conocer qué señales se deben buscar y observar, hay que tener un sexto sentido al que, hay que creer si o si, cuando queremos desenmascarar a alguien. Particularmente, me fascina observar el metalenguaje de las personas: los seres humanos damos mucha información sin saberlo, y a veces, sin quererlo, ya sea a través del lenguaje gestual facial o corporal -representa 55% del PC (proceso de comunicación), según la Programación Neuro Lingüística (PNL)-, área en la que soy experta-, la voz -ritmo, tono, énfasis, volumen, carraspeos, silencios, suspiros (38% PC)-, y las palabras usadas y su ubicación en la frase (7% PC).
Si observásemos como los niños, nos apercibiríamos del metamensaje oculto en cada «comunicación». Pillar a un mentiroso, a un falso, a un psicópata... va más allá de observar si se rasca la nariz o la oreja. Hay que fijarse en el conjunto para detectar ese detalle mínimo que pilla nuestro inconsciente y dispara las alarmas. A cámara lenta se pueden observar los signos que dejan la mentira en nuestro rostro y que el ojo no es capaz de captar. Experto o no, fíese de sus instintos. No fallan.
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