Opinión
España en Cataluña
Cada vez que el Rey va a Cataluña hay noticia. Y no solo por el acto al que asiste –hoy inaugura el Congreso Mundial de Móviles– , ni tampoco por las palabras que pronunciará. El hecho reseñable es que España se hace presente en aquella Comunidad a través de su Jefe del Estado; y eso es algo que, en sí mismo, ya resulta relevante. Pero que el Estado se haga presente en Cataluña a través de Felipe VI no deja ser una anomalía. Hay otras muchas maneras de que visualice esa realidad aunque últimamente, no haya sido así.
Casi todos los gobiernos desde la Transición han sido culpables de esa dejación, aunque hayan sido los gobiernos de Rajoy los que se hayan llevado la palma. Una oficina para que la vicepresidenta pudiera hablar con unos y con otros tampoco sirvió de nada.
Ni siquiera para las aspiraciones de Soraya Sáenz de Santamaría. Pero en los últimos meses esa ausencia se ha trufado de algo más peligroso. Tan peligroso como son los intereses electorales.
Desde que Pedro Sánchez llegó a la Presidencia del Gobierno y enarboló la bandera del diálogo, algunos pensamos que aquel deshielo podrían llevarlo con más mano izquierda –nunca mejor dicho– los que en su día se mostraron partidarios del derecho a decidir. Pero la tragedia ha sido el resultado. Sánchez necesitaba recuperar los 25 escaños socialistas catalanes para aspirar de nuevo a la Presidencia. Y se empeñó en unas concesiones que ni siquiera su partido pudo soportar.
Solo la falta de estrategia de los independentistas –que Mas ha criticado con acierto– impidió que volviéramos donde solíamos. Pero en eso están algunos partidos. Tampoco nos sorprende el movimiento de Ciudadanos. Y, mientras tanto, el Rey tiene que volver, para que España siga estando.
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