Opinión
Educación y nacionalismo
«El Estado debe intentar que el nacionalismo no esté en la educación». Esta afirmación, realizada por César Sánchez, presidente de la Diputación de Alicante, en una mesa redonda organizada por LA RAZÓN sobre la educación desvela cuestiones trascendentales en la España actual. Para empezar, evidencia un problema difícil de solventar tras 35 años en los que los nacionalismos no sólo han imperado a su gusto en sus territorios, sino que han inducido a seguirlo en otros. Desde Cataluña y Euskadi se ha saltado a Baleares, Galicia o Comunidad Valenciana.
Sabemos que la educación constituye el eje esencial en la formación de las personas. Desembocamos como producto de la influencia de variados factores como el entorno familiar, la escuela, el colegio, la universidad, los medios de comunicación. De ahí que los regímenes totalitarios se ocupen de dominarla. Y este empeño se da asimismo en los nacionalismos. Por más origen democrático que tengan –por poner un ejemplo, Hitler también lo tuvo– hacen del adoctrinamiento el instrumento vehicular para alcanzar la independencia y el control de la sociedad.
Por ello, «es necesario que la sociedad civil intervenga y se ofrezca como instrumento para que el imperio del adoctrinamiento no alcance el éxito», como dijo en ese mismo evento la presidenta de Sociedad Civil de Baleares. Y en las actuales circunstancias, en juego la unidad de España «es imposible solucionar este problema sin tensión y soluciones políticas. Si pensamos que con la razón y la teoría vamos a cambiar las cosas, fracasaremos», sentenció César Sánchez. Duras verdades, pero verdades como puños, que invitan a la reflexión del Estado y de la sociedad. Así es la vida.
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