Opinión

Solbes-Pizarro y un VAR estéril

Pedro Solbes y Manuel Pizarro protagonizaron hace once años uno de los debates electorales televisados más recordados, aunque no fue el más vibrante, el más seguido, ni tampoco un modelo del género. Solbes era ministro de Economía del Gobierno de Zapatero. Manuel Pizarro había sido el fichaje estrella de Mariano Rajoy. En vísperas de las elecciones de marzo de 2008, la Gran Recesión ya estaba aquí, pero los españoles todavía no la percibían, entre otras razones porque Zapatero ya había empezado a gastar a manos llenas para asegurarse la reelección. Socialistas y populares pactaron que sus teóricos primeros espadas económicos se midieran en televisión. Solbes acudió como ministro y con un ojo tapado por un parche por una afección ocular. Pizarro llegó con la aureola de gestor empresarial de éxito y de haber defendido a los accionistas de Endesa de una OPA hostil de Gas Natural, presentada como una pugna Madrid-Barcelona, Cataluña-España, un episodio que algunos identifican como el primer episodio del «procés».

Pizarro dijo verdades como puños y anunció la catástrofe económica que se avecinaba. Solbes, con la habilidad del funcionario taimado y experto, negó la realidad. El VAR, que no existía, hubiera demostrado enseguida que Pizarro estaba en lo cierto y que Solbes, en la versión más amable, no dijo la verdad. Sin embargo, Zapatero volvió a ganar las elecciones, incluso con más margen, quizá porque la sociedad no quería creer que llegaban malos tiempos. Poco después los españoles comprobarían que todo sería mucho peor.

Manuel Pizarro, en aquel debate, tantas veces recordado, predicó en el desierto y ningún experto –más allá del círculo del PP– cerró filas con él. La historia no se repite. Once años después, en vísperas de otras elecciones, la economía goza de una salud relativa y nadie parece querer saber nada de problemas futuros, que ya están ahí, en Alemania, en Italia, en Francia, incluso en EEUU. Nadie prevé un debate como el de Solbes-Pizarro. La economía, por mucho que lo intente Pablo Casado, no será el centro de la campaña. Sin embargo, hay una novedad importante. El Banco de España advirtió ayer, alto y claro, de los riesgos inherentes a las alegrías económicas de los «viernes sociales» de Sánchez, que ya provocan descontrol del déficit e impiden la reducción de la deuda. El oráculo del Banco de España ha lanzado su advertencia, pero corre el riesgo de no ser escuchada, porque aunque ahora son tiempos de VAR, en política es estéril.