Opinión
Bienvenidos sean
¿Que diríamos si nuestros políticos fueran patriotas, honrados a carta cabal, extraordinarios profesionales, con rico currículum, leales, inteligentes y de gran nivel cultural? Sin duda, estaríamos satisfechos y orgullosos de estar perfectamente representados. Tras la reflexión sobre el interrogante, comprendí por qué la política y los políticos aparecen degradados en las encuestas y el Ejército la segunda institución mejor valorada en todas ellas. Por esas razones.
Entonces ¿por qué hay un aplauso colectivo a un abogado, médico, catedrático o gerente si pasa a la política y no lo hay para un militar destacado, retirado obligatoriamente de su cargo, que exhibe patriotismo, honradez, lealtad, inteligencia y cultura? Porque nos estamos dejando llevar por la inducción de unos cuantos vividores y extremista a lo políticamente correcto. Conozco a los militares desde 1969 y he percibido su evolución con admiración. He constatado hoy cómo un general es experto en redes sociales, domina dos, tres y cuatro Idiomas, una o varias carreras universitarias, experimentado en relaciones internacionales y, si se me apura, hasta han escalado el Everest, conquistador el Anapurna, alcanzado los dos polos o participado en eventos diversos de primer orden y reconocidos por sus homólogos de todo el mundo.
De ahí que no me asuste ni preocupe la entrada de algún militar de alta graduación en la política. No me preocupa porque, hoy, ninguno de ellos se plantea dinamitar la Constitución ni el ordenamiento legal de España. Al contrario, son convencidos demócratas. No entiendo a esos políticos y periodistas que muestran su disgusto por la incorporación de algún general a la política. Menos aún, si callaron cuando eso mismo sucedió hace bien poco tiempo. Así es la vida.
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