Opinión
Adiós a las torrijas
Comer, comer... Se han acabado las vacaciones en las que algunos se han atiborrado como si no hubiese un mañana. Para darle nutrientes al cuerpo no es preciso comer en exceso. En Semana Santa, las torrijas hacen su aparición dando gusto al paladar y dejando su impronta en la báscula cuando nos excedemos en su consumo. Ahora bien, ¿cómo es que nos pierde el exceso y parece que no sabemos darle al botón de la «opción mesura»? Me gusta relacionar las conductas externas con la realidad psicológica interna de la persona sin obviar que vive en un medio social y no aislado – aunque, a veces, pueda hacerlo–, en su mundo interior.
Las vacaciones, al abordar nuestra vida cotidiana como si de una obligación se tratase, son sinónimo de «adiós a las normas». Nuestro cuerpo no entiende de calendario y le da igual tanto si es «fiesta» como si es laborable: las calorías son calorías. Los dulces para muchas personas son una suerte de «recompensa» por las amarguras o los sinsabores de la vida humana. El azúcar, en nuestro cuerpo produce adicción –al parecer, más que la cocaína, amén de ser malísimo para la salud–. Si nos paramos a reflexionar, nos daremos cuenta de que fluctuamos entre «amenazas» y «advertencias» por lo que es lógico que nos «desmadremos» de alguna manera para compensar tanta «coacción psicológica».
Y qué mejor manera que habiéndo comiendo torrijas u otros dulces. No por comer una o dos se engorda. Lo peligroso son los excesos. Si no queremos ser presa de ellos, mejor vivir nuestra vida haciéndola agradable. El disfrutar en nada tiene que ver con la cantidad.
✕
Accede a tu cuenta para comentar