Opinión
Enigmático futuro
El franquismo nació con un pecado original internacional: su ayuda a Hitler en la guerra mundial. Esto lo aisló. En otros aspectos no acabó siendo más autoritario que ciertos países europeos, empezando por Portugal, la Grecia de los coroneles, Turquía... que no eran democracias y, sin embargo, eran admitidas en el seno occidental. Vox surge con otro pecado original. Ha sido fulminantemente y muy eficazmente definido como ultraderechista, prácticamente fascista. El estigma ha hecho fortuna aquí y fuera. Resulta, sin embargo, ciertamente cuestionable. Adelanto que no he votado a Vox pero yo también peco y me confieso: vivo angustiado al no encontrar por qué Vox es de extrema derecha, por lo tanto, impresentable, y, sin embargo, Podemos es sólo de izquierdas y, por lo tanto, presentable. No lo veo. El matiz me escapa. Vox no quiere cargarse la Constitución, no despotrica contra ella, fustiga el devenir de las autonomías y desea expulsar a inmigrantes ilegales.
En política exterior, está cómodo en la OTAN y no quiere salirse ni pulverizar la Unión Europea. Para Podemos la Constitución es enarbolada en un debate pero la tachan de «papelito», defiende el derecho a decidir que no está en la Carta Magna, hay que eliminar la Monarquía, hay que marcharse de la OTAN y son críticos de Europa y entusiastas del asambleísmo (recordemos aquello de la Puerta del Sol: «la soberanía no está en el Parlamento, está en esta plaza», frase que pone los pelos de punta). No veo a Vox más nocivo para nuestra democracia que Podemos. Sin embargo, la demonización de Vox funciona en España –aquí uno puede admitir, sin entusiasmo, que lo califiquen de derechas, pero de extrema derecha podría ser para muchos un escarnio– y no podrán quitarse el oprobio fácilmente. Pedro Sánchez con astucia ha fomentado la subida de Vox, divide y vencerás, y ahora, en un gesto poco elegante, va a ir recibiendo a los líderes políticos pero no a Abascal, que ha sacado millones de votos.
Iglesias se irrita porque no lo ve a él primero. Hay pocas protestas por la exclusión. En el exterior parece que ha habido alivio porque los «populistas de extrema derecha» españoles no saquen demasiados escaños. Temen el contagio de la enfermedad húngara, británica.... en donde el virus antimigratorio ha derivado en franco antieuropeísmo. Este no es, me parece, el mensaje de Vox, pero hay demasiados grupos españoles interesados, no sólo el PSOE, en que parezca que lo es en Bruselas, Bonn y Estrasburgo, París... El futuro de Vox es incierto. El 26 de mayo puede brotar un voto útil que lo perjudique. Eso será clave. En todo caso, repito, no le será fácil despojarse del sambenito infamante.
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