Opinión
¿Cuánto contamina tu banco?
"La deuda consolidada de las empresas y de los hogares e ISFLSH (a grandes rasgos, organizaciones sin ánimo de lucro) alcanzó 1.611 miles de millones (mm) de euros al final de 2018, un 133,4 % del PIB”, según las Cuentas Financieras de la Economía Española publicadas en abril de este año por el Banco de España. En 2016, el crédito global privado alcanzaba los 140 billones de dólares. Ambos datos pueden parecer atractivos para aderezar una conferencia sobre economía o incluso para apuntarlos en una cena de colegas, pero el tema va mucho más allá del dinero. ¿Alguna vez se habla del impacto que ocasiona la actividad financiera en el medio ambiente? A nivel amplio, no solo de las emisiones de dióxido de carbono que provocan los bancos en su propio día a día, sino de las que emanan de sus carteras de créditos y de todas las iniciativas y compañías a las que financian.
Pues sí, se habla y cada día más. Y se cuantifica, también cada día más, porque como a menudo se dice, “lo que no se mide no existe”. A veces incluso lo hacen los propios bancos. Es, por ejemplo, lo que han construido 14 entidades financieras holandesas. A su creación la han llamado PCAF (Platform for Carbon Accounting Financials), y es una metodología abierta (cualquier entidad puede utilizarla) diseñada para “calcular las emisiones en función de la proporción de financiación en un proyecto o en el balance de situación de los clientes” y publicar los resultados de una forma fidedigna y comparable. Así lo explica Triodos Bank, un banco ético que opera desde los años ochenta en los Países Bajos y desde hace 15 años en España y el único ejemplo de uso de esta plataforma en nuestro país.
Emisiones generadas, evitadas y secuestradas
¿En qué consiste esta metodología? Estamos ante un modelo científico o tremendamente técnico que busca la mayor de las rigurosidades, pero en un sentido mundano, PCAF analiza a fondo la cartera de crédito de una entidad bancaria y sus inversiones, y como decíamos, entra en las tripas de cada proyecto financiado para cuantificar las emisiones de CO2 que se generan a partir de dicha cartera y su porcentaje de financiación. Se devuelven datos en términos de emisiones generadas, evitadas, es decir, aquellas que se impiden por el uso de energías renovables pero que no se eliminan de la atmósfera, y las secuestradas. Aquí sí se cuentan las toneladas absorbidas por sumideros de carbono como son los árboles y el suelo. Es decir, aquellas que restan o eliminan de manera real carbono del aire.
Si atendemos al ejemplo Triodos Bank, los datos que PCAF extrae de su actividad de financiación e inversión en toda Europa, en 2018, indican unas emisiones de alrededor de 176 kilotoneladas de CO2 equivalentes, 50 secuestradas y cerca de 1.000 evitadas. De estas últimas, 985 se deben a operaciones relacionadas con proyectos de energías renovables y ahorro de energía. Las comparaciones siempre ayudan a entender mejor los datos: 985 kilotoneladas de CO2 emitidas equivalen a un recorrido en coche de 5.400 millones de kilómetros. El grupo también apunta a cómo su trabajo en 2018 consiguió secuestrar CO2 de la atmósfera y se centra en 24 kilotoneladas atribuibles a iniciativas de silvicultura y protección de la naturaleza. De nuevo en términos de equivalencia, lo que “limpian” unos 367.000 árboles maduros.
Como se ve, PCAF ayuda a saber. Y este no es un fin en sí mismo sino un camino para llegar más lejos. Sandra Castañeda es directora de Desarrollo Corporativo de Triodos Bank en España y su visión, muy resumida, abarca el pasado, el presente y el futuro. “La cartera de préstamos de Triodos Bank en España y cualquiera de sus sucursales de Europa siempre ha apuntado, únicamente, a compañías y entidades que mejoran la calidad de vida de las personas y cuidan del entorno. Y algo que nos ha preocupado desde el principio es conocer el impacto de lo que hacemos, divulgarlo y optimizarlo. Con PCAF disponemos de datos más precisos que influirán en las decisiones que tomemos, nos ayudarán a establecer objetivos de reducción de emisiones y también a monitorizarlos”. La responsable hace una llamada al resto de entidades: “Invitamos a todos los bancos a integrar PCAF en su actividad para conseguir un sector financiero comprometido con la sostenibilidad que desempeñe el papel de motor del cambio”.
“Debemos descarbonizar urgentemente nuestra economía”
Un documento del banco sobre la plataforma y la metodología de contabilidad de Gases de Efecto Invernadero (GEI) incide en el mismo discurso y alude al punto de partida. “Según el informe de 2018 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, debemos mantener el aumento mundial de la temperatura desde los niveles preindustriales hasta niveles inferiores a 1,5 grados. Para ello debemos descarbonizar urgentemente nuestra economía”.
El texto explica a continuación los planes para conseguir los objetivos propuestos: “generar energías renovables, incrementar la eficiencia del suministro eléctrico, mejorar la fiabilidad de los sistemas de energías limpias e implicar estrechamente a la sociedad en esta transición”. PCAF también va de esto. Una metodología como esta permite armonizar las reglas de contabilidad (GEI), lo que a su vez facilita la creación de índices o comparativas. Es decir, facilita la “implicación” de la sociedad que, de la misma manera que opta por viviendas eficientes atendiendo a calificaciones energéticas o vehículos por su consumo o niveles de emisiones, podrá tomar sus decisiones económicas en función del impacto real que provoquen en el medio ambiente y discernir entre propuestas ciertas y ofertas con marcado aroma a greenwashing.
El grupo que ha dado origen a PCAF se creó durante la Conferencia de París sobre el Clima celebrada en 2015. Y esta metodología de código abierto ha alzado el vuelo. No solo los 14 integrantes de la plataforma la han utilizado, también van a recurrir a ella 28 de las 53 entidades que forman parte de la Alianza Global para una Banca con Valores (GABV), que prometen medir su huella de carbono y hacer públicos los resultados en 3 años. Uno de estos bancos es el estadounidense Amalgamated Bank, de propiedad sindical, que trabajará para adaptar PCAF al mercado norteamericano.
“La magnitud del desafío requiere una acción urgente por parte del gobierno, la sociedad civil y las empresas por igual. Es esencial y es posible. Las instituciones financieras, como inversores en la economía, tienen un papel crucial y constructivo que desempeñar en este esfuerzo, evitando financiar activos que emiten gases de efecto invernadero (GEI) y contribuyen al calentamiento global, y centrándose en activos que tienen un impacto positivo en las personas y el medio ambiente del que dependen”, reza el documento. Se trata de una declaración que, más que intenciones, describe realidades.
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