Opinión
Miente que algo queda
La frase extemporánea y falaz de la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo «el feminismo es de todas... no, bonita, nos lo hemos currado en la genealogía del pensamiento progresista, del pensamiento socialista», me invitó ayer a reflexionar sobre un whasapp que circula por las redes sobre nombramientos políticos en los Gobiernos y partidos de uno y otro signo, al menos desde la restauración de la democracia.
La primera mujer ministra de Cultura fue Soledad Becerril, de UCD, nombrada por Leopoldo Calvo Sotelo.
La primera presidenta del Congreso de los Diputados fue Luisa Fernanda Rudi en unGobierno de mayoría absoluta de José María Aznar, al igual que Esperanza Aguirre también como primera presidenta del Senado. Ya no ha habido después otra mujer presidiendo la Cámara Alta.
La primera mujer secretaria general de un partido con posibilidades de Gobierno María Dolores Cospedal, también del Partido Popular, conocido «por su ideología sustentada en el pensamiento socialista» de Carmen Calvo.
Una de las grandes virtudes de la izquierda de los últimos decenios ha sido apropiarse del vocabulario, con la tácita aceptación de los políticos y gentes de la derecha, que dan la impresión de estar sujetos a no sé qué complejos, como lo demuestran en innumerables ocasiones, como a la hora, por poner un ejemplo de entre muchos, de designar componentes de las instituciones judiciales. Asumen «progresistas y conservadores» en lugar de señalarlos como «nombrados o propuestos por el PSOE y los partidos de izquierda, y nombrados o propuestos por los partidos de derecha».
Lo de la vicepresidenta es de tesis doctoral por ser condescendiente. A la de «el dinero público no es de nadie» le precedía el currículum. Así es la vida.
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