Opinión

El lado bueno de las cosas

El verano se parece a la Navidad en cuanto a que suele ser tiempo de familia, de amigos y de celebraciones varias. Mejor buscar motivos para celebrar que estamos vivos que instalarnos en la queja.

Existen personas agradecidas que, incluso, buscan debajo de las piedras un motivo mínimo para sonreír y agradecer que sigan sobre la tierra. En cambio, otras suelen encarar los sucesos con rabia reaccionando furibundamente, como el dueño de un restaurante albanés que atacó al fundador de ONO y a su familia porque éste escribió una crítica desfavorable de su establecimiento.

Un mal manejo de la frustración suele ser consecuencia de una desordenada autoestima. Ser feliz rima con celebrar, y celebrar con motivación. Por eso enfoco los cumpleaños como un fin de año e inicio de un nuevo curso vital. Las cosas no siempre son como nos gustarían, pero podemos aprender a que nos gusten o, al menos, a que nos disgusten lo menos posible. Hay quien se pasa la vida esperando que le acontezca algo grandioso para sentirse afortunado, sin darse cuenta de que el hecho de estar vivo es lo más grandioso que nos puede acontecer.

La semana pasada escribía que hay parejas que se van de vacaciones casadas y vuelven separadas al darse cuenta de que los lazos que les unen en nada tienen que ver con el amor. Simplemente, dejaron de alimentar su relación. Si queremos sentirnos dichosos y hallar motivos para celebrar mientras no nos caigan chuzos de punta, debemos cultivar una buena relación con el ser más importante de nuestra vida.