Opinión

Un alma solitaria

Las palabras tienen esa magia especial que permite que cualquier situación parezca más o menos bonita, bohemia, e incluso poética. Pero esa pátina de barniz que aplicamos sobre la realidad, no hace que ésta cambie; sigue ahí, tal y como es.

La desaparición de Blanca Fernández Ochoa nos ha impresionado a todos. Y no porque sea una persona popular, conocida por ser una campeona olímpica, un rostro familiar al que hemos visto durante toda nuestra vida –aunque sea a través de la pantalla de televisión– , sino porque el hecho de que las personas desaparezcan sin más, en un mundo donde todos estamos localizados y controlados, incluso más de lo que pensamos y nos gustaría, siempre es inquietante, y sobrecoge.

Alguien cercano a la familia ha definido la desaparición de Blanca diciendo que la deportista es un alma solitaria. Está bien que las palabras abriguen, incluso que tengan ese poder curativo que todos necesitamos en algún momento. Pero la realidad de Blanca Fernández Ochoa es la realidad de miles de personas que se encuentran desaparecidas en España, por un motivo u otro, y con finales dispares. Según datos oficiales, fiables hasta cierto punto porque reflejan una realidad que está cambiando constantemente, en España hay aproximadamente 12.000 personas desaparecidas. Según el informe de «Personas desaparecidas» de 2019 del Ministerio del Interior, publicado por el Centro Nacional de Desaparecidos, en España se denuncian entre 20.000 y 30.000 desapariciones de personas cada año. Desde el año 2010 se han registrado 146.042 denuncias por desaparición, de las que quedan activas 12.330, y de ellas, 271 se consideran de alto riesgo, como la de Blanca. Esperemos que la campeona siga siendo un alma solitaria entre muchas otras almas que la esperan.