Opinión

Sánchez se sale con la suya

No es una tragedia ir a votar otra vez. Tragedia hubiera sido un Gobierno de coalición PSOE-Podemos, que Pedro Sánchez no ha querido hacer, en mi opinión, principalmente por dos razones: deseaba unas nuevas elecciones desde la convicción de obtener un resultado con una sensible subida y porque, según mi amigo Rogelio, desde Europa –Macron y Merkel a la cabeza– le desaconsejaron radicalmente incluir en el Gobierno a los comunistas de Podemos.

Al primer punto obedecía su intransigente posición de exigir el «gratis total» para su investidura, sabiendo perfectamente que eso, además de imposible, es irracional. Si quieres el apoyo de alguien, sea con voto afirmativo o con la abstención, has de ofrecer algo. Su intransigencia a cualquier propuesta solo podía responder a la obsesión de ser el partido más votado con diferencia en las próximas elecciones. Y así lo escribí ya en julio en estas mismas páginas, aunque no hubiera apostado nada porque el candidato socialista no me resulta fiable.

Sánchez jamás aceptó poner sobre el tapete un papel para la negociación, ni siquiera cuando Pablo Casado le ofreció hablar sobre algunas cuestiones, las mismas que Albert Rivera planteó en lo que en baloncesto se denomina «los minutos de la basura». Nunca estuvo abierto a aquella máxima de los clásicos «no es nada vergonzoso aprender y no mostrarse en exceso intransigente».

Hay circunstancias para pensar que el secretario general del PSOE siempre ha tenido en la cabeza las elecciones. Desde la coincidencia de fecha entre una segunda investidura y su presencia en la ONU, o el concurso de TVE para el escenario del debate electoral, por poner dos ejemplos.

Sánchez se sale con la suya. Así es la vida.