Opinión
Cambio sin cambios
Cuando somos jóvenes aspiramos a mejorar el mundo. Con los años, los asuntos personales nos absorben y acabamos dejándonos llevar por la corriente social. Caemos en el error de esperar que aquellos que lideran el mundo resolverán los grandes temas. A pesar de darnos cuenta de que todo es un gran paripé, no hacemos otra cosa que quejarnos. De poseer una mayor autoconfianza, podríamos apercibirnos de que, en grupo, somos poderosos y podemos convertirnos en palanca de cambio. Vivir de espaldas a la realidad no soluciona nada, más bien lo empeora. La Tierra está hasta los volcanes de nuestra negligencia y empeño en llenarlo todo de plástico y polución envenenando con ello mares y aire, y de que le demos tantas patadas a la vida. No debemos esperar pasivamente a que alguien solvente los (nuestros) problemas. Si la sociedad funciona con dejadez, con soluciones de postureo (hay detractores del cambio climático que, curiosamente, poseen mansiones que gastan en luz lo que una ciudad), esto refleja que, a nivel individual, procedemos igual. Alguien dijo una vez que si quieres cambiar el mundo, aparca tu bicicleta y empieza por barrer la puerta de tu casa. A mi entender, significa que cada uno debe poner su granito de arena en mejorar lo general. Cada acción individual cuenta. Sirva la metáfora del océano: millones de gotas que juntas forman un mar. Si queremos darle una oportunidad a Gaia, comencemos por mejorar nuestro entorno. Menos incoherencia y más soluciones eficaces. Menos egoísmo y más pensar en las generaciones del futuro. Y, por favor, en vez de cobrar las bolsas de plástico, dejen de fabricarlas.
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