Opinión
Rivera como Clegg
Rivera ha vendido, dejado en la cuneta si prefieren, a los suyos para salvarse él. Los creadores del «Sanchismo» que atribuían al líder socialista todos los pecados de palabra, obra e intención ahora abren la puerta al pacto. Algunos se pillan los dedos con el PSC como Girauta con su tuit, en la línea de lo que VOX dice del PSOE en su conjunto. En los últimos meses el líder de Ciudadanos ha pasado por varias fases: la negación absoluta acompañada de faltas de respeto institucional, la crítica despiadada rayana con el insulto, el silencio con desaparición veraniega, la propuesta de último minuto condicionada a lo que hiciera el PP, el hackeo de su móvil y la aparición este fin de semana como un hombre de Estado dispuesto a desbloquear cualquier situación. El «tres en uno» de la política. En paralelo a estos movimientos ha perdido a dos miembros necesarios de su equipo económico, ha dejado que de Quinto sea la voz de la formación en las redes sociales, ha colocado dos vicepresidentes, en Madrid y Castilla y León, y ha desdibujado la figura de Inés Arrimadas. La llegada de la ganadora de las elecciones catalanas a Madrid ha dejado algunos gestos parlamentarios y la comparación, como todas odiosa, con la portavoz popular Cayetana. En cuanto a la pituitaria política se constata el catarro. Después de debilitar a Rajoy fue Pedro el que se llevó la llave de la Moncloa, fallaron las cuentas y el calendario; creyó que el «crescendo» le permitiría ganar a Casado en el campo de la derecha sin analizar por qué el voto conservador tiene ese nombre; se empeñó en su «no» a Sánchez para que el Presidente hiciera un gobierno con toda la «banda» y no hubo pacto con «peligrosos izquierdistas» y nacionalistas. La guinda es el pacto con UPyD. Ahora, con las encuestas en cuesta arriba, ha decidido ponerse a salvo. Rivera a lo más que puede aspirar es a ser Nick Clegg, aquel liberal viceprimer ministro de Cameron, que dejó a su partido tiritando después de pasar por el Gobierno británico. A Rivera solo lo salva un cargo institucional para mantener el orgánico en el partido. Si aquello de la democracia interna y los contrapoderes fuera verdad el 10 de noviembre por la noche alguien tendría que pedir explicaciones y alguien darlas. De momento todos «tragan», han rebajado su actividad en las redes sociales y los habrá que estén ya preparando el día después, la sustitución, el reemplazo...y aparecen unos cuantos que quieren ser el califa en lugar del califa.
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