Opinión

Maza

A estas alturas de la semana si sumamos el tiempo de filtración ya se han hecho todos los análisis técnicos y políticos sobre «la sentencia». Ha tenido la virtud de dejar insatisfechos a los exaltados de uno y otro bando. Son los mismos que en 2017 preconizaban y alentaban embozados el «choque de trenes». Los que vaciaron Cataluña de Estado en el Majestic dedicaban sus ratos y sus fundaciones a acusar al Gobierno de Rajoy de inactividad. Los que querían llenar Cataluña de república se dedicaron al exterminio civil y a construir, con osadía, irresponsabilidad y sordera, una legalidad alternativa, tiempos de transitoriedad y referéndum. Unos y otros querían tanques por la Diagonal pero no había ni ganas ni presupuesto. Hasta llegar a lo del lunes en el Supremo hubo que trenzar unos movimientos políticos y judiciales finos, sin espacio para error. Decisiones criticadas que dejaron a buenos servidores del Estado en la cuneta. El tiempo les ha dado la razón, no habrá reconocimiento porque la política y la Administración son así. Había que volar el puente por el que pasaba esa locomotora desbocada del independentismo. Un fallo con el cable era letal. El Consejo de Estado dejó un susto pero bajaron los cuatreros y fueron fichados por la Guardia Civil. Los que querían que se desmontaran décadas de «pujolismo» en unas semanas pedían justicia del viejo oeste, en el árbol del ahorcado. Era necesaria cirugía legal con pulsos serenos. Rajoy esperó, había que pillarles en un lugar sin escapatoria. En aquel octubre del 17 se consiguió la unidad de PP, PSOE y Ciudadanos con la guinda del mensaje del Rey. Llegó el 155. Un abismo constitucional se abría ante un Gobierno justo de diputados, sobrado de senadores al que no le iban a perdonar un error. Se aprobó y un par de valientes se fueron a Barcelona a gobernar, tuvieron que comprar banderas de España en un chino, pero manejaron los hilos sin ruido y con efectividad. Los exaltados, de un bando, clamaban por el cierre de TV3 como si fuera «la radio libre de las mil colinas» de Ruanda. Se tomó el control de la bestia y se gestionaron los asuntos corrientes. Cuatro días después de aquel 155 el Fiscal General del Estado, José Manuel Maza, firmó las querellas por rebelión, sedición y malversación contra el Gobierno de Cataluña y la Mesa del Parlamento….esas querellas llevaron a ocho exconsejeros a prisión y a Puigdemont y cuatro más a la huida. Nadie sabe qué opinará de la sentencia, pero justo es reconocer que con él empezó el final.