Opinión

Yo, Leonor

No me dirán Vds que no iba yo el otro día totalmente angelical, eh. Mi hermana So tampoco estaba mal, pero ella tiene cara de dar, en el futuro, bastantes campanazos gordos. Yo, sin embargo, iba casi levitando, con esas ondas en mi pelazo y ese vestidito que me queda así como «pegaete» y molón. Por cierto, que quiero pedir perdón al paraca que el día este del desfile se pegó el «estozonazo» contra la farola. No contento con eso tuvo que aguantar la escenita de ánimos, que estaba el pobre con pucheros y con dos lagrimones como dos kiwis. Que eso podría haber pasado sin hacer un drama y sin darle importancia. Pero, para eso está Altibajos, para aconsejarle. Para aconsejar a un paracaidista. Ole. Podríamos haber pasado de puntillas. Podríamos haber dejado a ese señor tranquilas, pero no. Es mejor llevarle hasta el llanto. ¿Por qué? Porque somos intensas, «ea». Yo entiendo al paraca. Los que somos del Atleti sabemos que pasar por ese otro campo nos pone tensos, que es que yo no sé cómo no me dio un bajón de azúcar allí mismo. Pues esta semana la tenemos fina filipina. Que mañana voy a hablar en lo de Oviedo. Que Vds no saben lo que esta mujer me está pasando la lección, y venga y venga. Que como yo tropiece mañana leyendo, Altibajos hiperventila, ojo. Que a mí me van a temblar hasta las canillas porque voy a tener dos ojos clavados en la nuca con esa mujer ahí, que encima viene cargada de mancuernas, que tiene una espalda para descargar el muelle del puerto de Las Palmas de Gran Canaria. En fin, que sea lo que Dios quiera, que la Virgen Santa me ampare y que lo mío sea como un Telediario de las nueve de la noche o me veo en una prisión turca. Que tampoco lo descarto cuando no me como la caballa, oigan.