Opinión

Falta de cultura

«¿El problema? Falta de cultura, lo que ha sido siempre». Se lo escuché decir a un hombre de 79 años cuando un reportero le preguntó cuál era el problema de la situación política y social que vivía Cataluña, con la pátina de la violencia aún en las calles. Josep, que momentos antes no pudo entrar en su casa por la montaña de basura que algunos manifestantes habían depositado en el portal de su vivienda, respondió de esa manera, sin enfados, sin estridencias, convencido del sentido común implícito en su respuesta. «No hay cultura, y si no hay cultura, no se puede dialogar».

Esa carencia es más grave de lo que pueda parecer. La cultura es conocimiento y discernimiento, capacidad de análisis, de comprensión y de percepción. Es juicio, sensatez y mesura. La cultura es el aliado perfecto, el único argumento irrefutable y la única arma que puede empuñarse sin necesidad de mostrar violencia . Es como tener un salvavidas en mitad del mar cuando no sabes nadar y estás a punto de ahogarte: te ofrece más probabilidades de seguir con vida, afrontando los problemas que puedan aparecer hasta que llegue la ayuda. Para que no se pinche y mantenga su identidad, la cultura –como debería suceder con la educación– debería desvincularse de ideologías políticas, empresariales y religiosas. La cultura revitaliza, está en constante movimiento. Es como la vida, por algo son primas hermanas. El adn común ya se lo encontró Jorge Luis Borges : «Nunca se termina de aprender a leer. Tal vez como nunca se termine de aprender a vivir». Y necesitamos la cultura para seguir vivos.