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Opinión
Patrimonio de todos
Acaba de celebrarse en Cartagena el Congreso ICOFORT 2019 (International Scientific Committee on Fortification and Military Heritage) organizado por una valiente Asociación de Amigos del Castillo de Montjuïc de Barcelona, que sigue luchando por recuperar el impresionante legado que custodiaba su Museo Militar, cedido por la cobardía de dos ministros, en un desconocido convenio firmado por la actual Alcaldesa de la Ciudad Condal.
Bien elegida la sede del Congreso. Nuestra Cartagena –había congresistas de la caribeña– reúne unas excepcionales condiciones patrimoniales realzadas en estos últimos años: murallas púnica y bizantina, teatro y barrio romanos, Museo Nacional de Arqueología Subacuática y un largo etcétera a los que hay que sumar los procedentes de su pasado militar: Castillo de la Concepción, murallas del mar y de Carlos III, Museo Naval, Parque y Maestranza de Artillería convertido en Museo Militar, mas todo el cordón de fuertes y baterías que conformaban la defensa de la más importante base naval española en el Mediterráneo, anexa al no menos importante Arsenal que en tiempos de Carlos III cambió la estructura y la vida de la ciudad.
Cartagena es ejemplo de ciudad que supo salir de una crisis profunda motivada por el cierre de sus cercanas minas y por la reducción de efectivos y de programas de construcción naval en su Arsenal. Y lo hizo de la mano de buenos gestores que apostaron decididos por su reactivación cultural. «Puerto de Culturas» como hoy la llaman, es una ciudad abierta, limpia, cercana, comprometida con su pasado, abierta al futuro. La creación de su campus universitario con especialidades en ingeniería naval, industrial, telecomunicaciones y arquitectura (6.000 alumnos y 1.000 profesores) dan a la ciudad junto a la permanente presencia de la Armada, un sello característico.
Relaciono estas dos instituciones porque el campus ha absorbido parte importante del patrimonio naval que había perdido su funcionalidad. Impresionante la obra realizada en aquel hospital naval de 5.000 camas en el que nacieron generaciones pasadas de cartageneros. Importantes las obras realizadas en otros cuarteles –Antiguones y Presidiarios y Esclavos– aunque discutible la obsesión de modernos arquitectos por disimular con estructuras de hierro y cristal las sobrias fachadas de tiempos de la Ilustración. Reconoció uno de ellos que si los muros habían sobrevivido 300 años, difícilmente las nuevas estructuras los cumplirían.
Sin poder referirme a todo lo visto en el Congreso, me detendré en lo que representan sus relativamente modernas baterías de costa construidas en el difícil periodo entreguerras (1926) como protección a la Base Naval , que se conservan, desactivadas, relativamente bien. Cada una de las dos posiciones que cruzaban fuegos (se repite el sistema en las bases navales de Ferrol y Mahón) constaba de tres baterías: una de alcance medio (20 Kms.), otra de alcance superior (hasta 40 kms) y una tercera antiaérea. De esta última (cañones 10/50 «de tiro rápido») se han perdido todas sus piezas. Pero las otras dos se mantienen en sus asentamientos. Son cañones de montaje naval Vickers, de calibres 15/24 y el impresionante 38,1. La custodia de estas baterías corresponde en Cartagena a su Demarcación de Costas. No es mala solución y hay que agradecer y valorar el cuidado con que se mantienen, teniendo en cuenta el vandálico afán destructivo de parte de nuestra sociedad. Se unen a ello, iniciativas privadas con zonas de servicios en antiguos acuartelamientos cercanos. Siempre es buena la integración de lo público con lo privado. Y comprobamos in situ el interés de senderistas, ciclistas y simples visitantes por recorrer aquellas instalaciones.
Otra solución adoptada por Defensa para custodia de su patrimonio, lo conforman los Consorcios. Los cuatro actuales, San Fernando/Figueras, San Pedro/ Jaca, San Carlos/Palma de Mallorca y La Mola /San Felipe en Mahón, funcionan desde hace años integrando apoyos de las administraciones cercanas con plantillas de personal del Ejército y apoyos también del propio Ministerio. Fueron diseñados en tiempos del ministro Eduardo Serra, persona especialmente sensible a esta custodia. Contemplan la subrogación de determinados servicios en empresas privadas especializadas, fórmula que permite generar ingresos que repercuten directamente en la instalación. Solo La Mola en el puerto de Mahón ha recibido en lo que va de año 45.000 visitantes.
Obligado es un reconocimiento al voluntariado que contribuye al mantenimiento de este legado. Vimos en la antigua Maestranza de Artillería como voluntarios españoles e ingleses –no olvidemos que la patente Vickers es inglesa– restauraban cierres y mecanismos complejos de cañones y material diverso militar. Otra vez la cultura como elemento de cohesión.
Si las catedrales han sobrevivido durante siglos –ver como quedaron las europeas durante la Segunda Guerra Mundial– gracias a mantener el culto, bienvenida sea la cultura de custodiar y mantener un patrimonio militar, que es de todos.
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