Opinión
La cabalgada de Abascal
Si nos atenemos a lo que dicen las encuestas VOX subirá. Si nos quedamos con lo visto en el debate a cinco, Abascal supo aprovechar las verdes praderas que le dejaron sus contrincantes para galopar a «calzón quitao y chorro libre». Nos tendremos que ir preparando para que el domingo por la noche y el lunes polítólogos, analistas, historiadores, comentaristas y público en general dejen en el aire esa pregunta retórica del ¿cómo ha podido pasar? Pues porque lo han alimentado y nadie le ha matizado, corregido, apuntado o denunciado. La cuestión es que ni a izquierda ni a derecha tenemos líderes con la habilidad, conocimiento o ganas de haber replicado al líder de VOX. La pregunta no es por qué crece Abascal sino por qué callan los demás y se permite que en un debate «a cinco» en una democracia consolidada se ponga en solfa casi todo lo que ha permitido el asentamiento del sistema. Cada uno tendrá sus razones partidistas para haber dejado chospar al político ultramontano. En el caso de Casado tiene que hacer sus cuentas sí o sí con los escaños de VOX por eso, y porque todavía cree que las derechas pueden conseguirlo, no debía entrar en el cuerpo a cuerpo. Además en el seno del PP hay quien todavía cree que comparten tronco y que en algún momento Casado podrá decir eso de «Santi vuelve a casa». Error, VOX es un partido emancipado que tiene un corpus ideológico que trasciende el ámbito conservador para engarzar directamente con el afán transversal de la Falange, «solo los ricos pueden permitirse el lujo de no tener patria». El PP hace los cálculos con la suma de los de Abascal y sin querer ver su voracidad para arrebatar votos de la bolsa popular. El caso del PSOE es diferente. Necesitó una referencia de ultra derecha para reconstruir y reforzar su perfil izquierdista, ahora ya no es tan necesario pero no viene mal. Sánchez evitó en todo momento el contacto visual y discursivo con Abascal. A lo más que llegó es a interpelar a PP y Ciudadanos sobre lo que dice VOX y los aludidos salieron por Torra. El caso de Ciudadanos es paradigmático de la cabra en el garaje. Cogobiernan gracias a ellos en muchas comunidades pero parece como que no se conocieran de nada, comer y sorber. Más delito, político e histórico, tiene lo de Pablo Iglesias que solo intentó mantener una discusión que no llegó a enganchada dialéctica. El líder de Podemos se vino abajo con lo de las «mamamdas», supo que eso iba a ser lo que se iba a destacar del debate y desapareció supongo atormentado por el efecto del lapsus.
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