Opinión

Algún día serás "yo"

La percepción individual de la realidad elevada a rango de universalidad es, al parecer, la «epidemia» que ataca a una generación de gente de menos de treinta años. Lo quieren todo, y, lo quieren «ya» y a su manera. Las normas, las obligaciones, se diluyen en presencia de los derechos (los suyos). El cómo sean educados, marcará el cómo enfocarán la vida: si de pequeños les enseñan valores como respeto, tolerancia, amor, compasión, lealtad, perseverancia, esfuerzo... de mayores, vivirán acorde a los mismos. De igual manera, si ven a sus padres cuidar de los abuelos, ellos sentirán la necesitad de emularlos puesto que será lo habitual. Obviamente, no toda esa generación de «treintaytantos» y «veintitantos», son homogéneos. Los hay que emplean su tiempo y energía en formarse, trabajar, mientras otros se dedican a crear «problemas» o a pretender resolverlos por la vía de la imposición de la fuerza y la violencia (los disturbios en Chile; los radicales y los incidentes violentos en Cataluña). Suelo preguntarme, ¿qué les han enseñado sus padres y cómo? Sin darnos cuenta, los valores han mutado, y la base también. Se ha impuesto la individualidad, el culto al «YO»: «yo tengo la verdad sobre la vida», «yo tengo derecho a todo lo que me apetece». Y, en ese «yo» no hay sitio para el «otro», sobre todo cuando el «otro» representa obligaciones diversas, o recorte de los derechos que tienen que ver con la «satisfacción inmediata». Nos estamos deshumanizando a pasos agigantados. La empatía no cotiza a la alza, sobre todo cuando hay que aplicarla a alguien «carente de valor para la sociedad», léase persona mayor o discapacitada. Algún día, todos nos haremos mayores y querremos que nos cuiden y no nos manden al «lugar de los trastos viejos». Hay que cuidar del otro como si fuera el «yo» mismo.