Opinión

Margarita Salas

No andamos sobrados de grandes mentes ni de brillantes profesionales. La muerte de Margarita Salas es una pérdida que debería motivar la emisión de programas especiales loando su figura y trabajo durante todos sus años como científica e investigadora. La invisibilidad a la que como sociedad sometemos al verdadero motor del bienestar común, nos define para mal. Tenemos que vernos en una situación comprometida o desesperada para entender y agradecer como se merece la labor que desarrollan médicos, investigadores y científicos, siempre alejada del foco público. Nos sabemos la vida, obras y milagros de deportistas, artistas, políticos, miembros de casas reales, famosos conocidos por todo menos por un trabajo , y apenas conocemos nada de aquellos que con grandes dificultades trabajan movidos por la vocación, más que por un trabajo que aporta y reporta beneficios a la sociedad. Una sociedad que se deja las pestañas en observar a unos desconocidos encerrados en una casa, de los que llegan a conocer hasta los detalles más íntimos, pero no es capaz de nombrar tres científicos, no suele ver más allá. Y cuando uno es incapaz de observar lo que viene por el camino, es fácil que tropiece, caiga, y difícilmente logre levantarse. Tuve la suerte de entrevistar a Margarita Salas. Sencilla, humilde, de sonrisa siempre cándida, brillante, pionera y exquisitamente modesta, con todo rasgo de altivez desterrado de su persona. No solo la hemos perdido, sino que nos lo hemos perdido. Y se ha ido sin el Premio Princesa de Asturias que ,como asturiana, le hacía más ilusión que la infinidad de reconocimientos internacionales que atesoraba. Qué triste, mirar siempre a lo lejos cuando lo tenemos tan cerca, y no verlo.