Opinión

Y la derecha ¿qué?

El pacto presentado y firmado con abrazo menos de 48 horas después del cierre de los colegios electorales ha sido un golpe. Que cada uno complemente si certero, de efecto o mortal. En la elección de los momentos está el factor multiplicador de la decisión y sobre todo dejar al contrincante fuera de sitio. Eso pasó con la moción de censura por la que Pedro llegó a La Moncloa. Era una decisión que había que tomar en un margen muy corto y se tomó y pasó lo que pasó. Luego el arrastrar de pies y la desconfianza nos llevó a las elecciones, momento fallado, y a que unos y otros, PSOE y Podemos, perdieran diputados. Ahora suman 155, el «otro 155». Han perdido 10 y se han dejado muchos pelos de credibilidad en la gatera. Ahora todo es cuestión de poner el cazo y que cada pequeño partido de esta España fragmentada vaya haciendo sus peticiones a los Reyes Magos adelantados y conseguir para su territorio lo que quieran porque sus votos son necesarios. En esto los independentistas catalanes son maestros. Nunca está de más recordar cuando eran «estadistas» y se hablaba catalán en la intimidad. Lo consiguieron todo, hasta expulsar al Estado de su territorio. También los vascos que a izquierdas y a derechas, bildus y «peneuvistas», se acabarán sumando a esta conga. Unos pasando el cepillo y otros blanqueados después de los tiempos siniestros de «su impuesto revolucionario». Sumemos Galicia, Cantabria pasando por Teruel, Pamplona y Canarias todos tienen sus demandas territoriales, sus agravios, sus necesidades su lista de la compra. Así será como se sume el número suficiente para la investidura, después llegarán los presupuestos donde hace falta sumar para cerrar las cuentas y para aprobar. Es un mensaje demoledor para la política nacional que solo a través de las peculiaridades se puedan conseguir las demandas más o menos históricas que tiene todo el mundo, y donde no hay formación particularista aparece VOX para los que ya no esperan nada. Pero las «derechas», que últimamente llegan tarde, no entran en cuestiones de fondo parece que andan en estado de pánico permanente al grito de ¡que vienen los rojos! en una modalidad política de «pollo sin cabeza» tan inútil como cebadora de los extremos. El Gobierno de «colorines» será un hecho más pronto que tarde y lo que algunos tendrán que decidir es si quieren construir una alternativa o van a estar «asustando viejas» todo el día. Volver a la política de uno que gobierna y otro que ofrece argumentos para hacerlo.