Opinión

Yo, Leonor

Se ha pegao un cabezazo el yayo y lleva ahí, en toa la frente un jardazo bueno. Mira que le dije que tanto bricolaje no era necesario, que se pone ahí los domingos con los muebles del Ikea y no hay hombre. Que si ahora una estantería, que si ahora una cómoda victoriana, que si ahora un descalzador. No sale de la casa el hombre, nada, que no. Ni regatas, ni toros, ni comidas con los amigos. Eso es un abuelo entregado y lo demás son tonterías. Ahora tenemos una nueva estrella en la familia: la churri de Pipe. Pipe se echó una novia hace unos meses, luego se encabronaron y ahora han vuelto. Oyes, que son dos personas distintas, que se ha tocao la cara, la poitrine y hasta las muelas del juicio. Me he acercado a Altibajos y le he dicho: «Mae mía, cómo se nota que estás marcando escuela en la familia, eh. Te vas a tener que pegar otro toque, que se te va a acartonar el careto». Yo creo que Papá Noel, después de esto, no me va a tocar ni con un palo, pero luego saco yo esa melena mía, esas lenguas, esa sonrisa con los paletos que me cabe entre ellos una pelea de perros y zas, fulminados. Ayer saqué de nuevo mi pelazo para llamar a mi padre a capítulo. A ver, nuestro hijo Felipe, te he visto en las revistas del corazón paseando por la Habana de la mano de Altibajos. Bien ahí, estoy a favor de unos novios que se quieran. ¡Pero es que te pusiste una guayabera con unos pantalones de tergal de alcalde pedáneo, por Dios bendito, y en el bolsillo de la guayabera llevabas un boli! ¿Qué fuiste, vestido de bedel por Cuba? ¿Qué será lo próximo? ¿Que te deje la ropa el Maestro Joao? Que es que te asomas a las revistas y esto es un sinvivir, hombre. Me voy, que tengo lucha leonesa.