Opinión

No solo Teruel

Con el título «Villasfrancas» acudía hace dos años (1) en defensa de estos pueblos de España que poco a poco, van languideciendo. Proponía favorecedoras medidas fiscales, como en tiempos de repoblación tras conquistas militares, a fin de «sentar plaza». Resaltaba el enorme esfuerzo en estas mismas páginas de LA RAZON de Abel Hernández un hombre nacido en las frías «tierras altas de Soria», trozo entrañable de su «España olvidada». Valoraba el esfuerzo de pueblos como Puente Vadillos, Miravete de la Sierra o Vilariño de Conso animando a otros a integrarse, a recurrir al turismo, a segundas viviendas o a la universidad. Concluía reclamando un nuevo y consensuado plan nacional que revitalizase aquella Ley de Desarrollo Rural de 2007.
Pero ya sabemos por dónde van los tiros. Llevamos años discutiendo si son galgos o podencos, perdidos en claros pulsos por el poder. Roto el bipartidismo, las mayorías parlamentarias se constituyen con sumas de diferentes opciones en los que un solo escaño puede tener decisivo valor. Los residentes de Canarias, Baleares, Ceuta y Melilla gozamos de un descuento del 75% en los billetes de avión y barco, debidos al solo voto del canario Dr. Quevedo obtenido en una subasta política que propició una justísima mayoría parlamentaria. Debo reconocer que aquel día pensé: «le acabamos de quitar una carretera a Teruel». De facto se ha vuelto a congelar el antiguo proyecto Sagunto-Zaragoza del corredor ferroviario Cantábrico-Mediterráneo a través de Teruel, cuando también continúan sin enlace directo con Madrid.
La plataforma «Teruel existe» que impulsa desde hace dos décadas un médico rural que dedicó 45 años de su vida a la atención primaria –Manuel Gimeno–, ha conseguido uno de los tres escaños de la circunscripción en el Congreso constituido anteayer. Gimeno viene denunciando que «el peso de los escaños del nacionalismo vasco y del independentismo catalán ha conducido a los gobiernos del PP y del PSOE a hacer caso solo de los hijos chantajistas». Y ya se sabe: si un hijo vacía la nevera, otro u otros se quedan sin cenar. Su aspiración: «copiar al PNV, aunque renunciando a cualquier desafío al Estado». Y hay un detalle en su programa que considero altamente positivo: piensan que su apuesta puede ser caja de resonancia de «toda» la España vaciada. Cuando parte de nuestras autonomías piensan solo en sí mismas, en Teruel piensan en todos los que están como ellos. No les voté el 10-N por lógica incompatibilidad territorial. Pero tienen mi voto moral. Y me alegra enormemente que hayan convertido la antigua base aérea de Caudé en un centro aeronáutico de prestigio internacional; incluso que hayan encontrado recientemente en Las Casiones el fósil del último oso panda que vivió en Europa. Tomas Guitarte su flamante diputado supo arrancar cerca de 20.000 votos de los 236 municipios de la provincia, un 27% del censo, y sueña con poder constituir en el Congreso un Grupo Regional separado del Mixto, para defender sus intereses.
Concluía mi anterior tribuna declarando: «me duele que esta España se pierda, con sus costumbres, sus experiencias vitales, sus sacrificadas –pero a la vez– ricas vidas». Y regreso a Abel Hernández, que refiere su reencuentro literario con la obra de Theodor Kallifatides «Otra vida por vivir» donde cuenta sus vivencias personales. Emigrante griego en Suecia, se integra en su sociedad, matrimonio incluido, escribiendo durante más de medio siglo toda su ingente obra literaria en sueco. Y sueña con volver a sus raíces, algo que según cree solo figura en su empeñada memoria. He ahí el drama de los emigrantes, especialmente si vienen de lejos, empujados por la desesperación, desarraigados, convencidos de que nunca regresarán. A ello añade Abel: «también nos pasa a los que hemos emigrado del pueblo a la ciudad; cuando pasados los años uno vuelve al pueblo, nada es lo mismo; lo habitan las sombras de los muertos, te encuentras con desconocidos y la casa está cerrada para siempre».
Duelen, querido lector, todas estas quejas del alma y creo debemos buscar, fórmulas que las palien. Kallifatides cree haberlas encontrado cincuenta y cinco años después, cuando los alumnos de la escuela de su pueblo representaron en su honor una obra de Esquilo, lógicamente en griego. Sintió que algo se le removía por dentro. «Salvaron en mí lo que aun podía ser salvado». De ahí nació esta su primera obra, escrita directamente en griego. Todo un canto a la esperanza. Acertadamente la nueva Presidenta del Senado se refería este pasado martes a esta España olvidada, vaciada. Compensaba la trágica y negativa impresión que dejaron este mismo día un grupo de congresistas en la Cámara Baja. Pensé seriamente: lo siento Teruel; con esta turbamulta no lo tendréis fácil; pero como Kallifatides, no perdáis nunca la esperanza.

(1) La Razón. 8 de Febrero 2018.