Opinión
Pringaos
Hoy, en el más difícil todavía, en el palo sobre la cabra, voy a hacer algo imposible: voy a defender a Pilar Rubio, esposa de un señor vestido con bata blanca, con un despertador en la solapa y que se llama Sergio Ramos. Entre lo anterior y esto, he tenido que irme a dar una vuelta y a ponerme agua en la nuca, porque no me reconozco. Pilar Rubio, colaboradora de «El Hormiguero», rockera, y que alguna vez vistió la camiseta rojiblanca, dijo el otro día que no hay que darle importancia a trabajar los días «señalaítos» de Navidades. En realidad, sus declaraciones estaban encaminadas a quitar importancia a estas Fiestas y a la grandilocuencia del calendario: qué más da celebrar con los míos cuando se pueda, en vez de deprimirnos porque hay que ir al curro en Nochevieja. Enseguida le saltaron al cuello los de siempre, esos haters que están continuamente alerta, dispuestos a hundirte al compararte con sus vidas que, por cierto, siempre parecen miserables. O, por lo menos, ellos parecen tener claro que son vidas miserables. Es verdad que hay contratos basura, es cierto que surgen ofertas de empleo para estos días que son de aurora boreal, pero tengo la sensación de que quizá nos hemos acostumbrado a protestar por lo que se supone deber ser lógico cuando te incorporas al mercado laboral. Yo he trabajado las Navidades enteras y mucha gente de mi generación. Me da el pálpito de que existe entre las nuevas una piel muy fina en este aspecto y mucho más en la de sus papás. Me acuerdo ahora de los farmacéuticos, médicos, bomberos, vigilantes, servicios de limpieza, investigadores que no pueden abandonar sus cultivos, policías, guardias civiles, militares, expatriados, actores, pilotos, azafatas, camareros, cocineros. Y se me olvidan mil más que esas noches, todas esas noches y días, tendrán que trabajar y tuvieron que trabajar. ¿Aún hay que explicar que no se puede parar un país entero? Virgen Santa.
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