Opinión

Loterías

Bueno, pues ya llegamos al día. Hoy todo pasará a segundo plano, dejará de importar lo que nos tiene jodidos. Hoy es uno de esos días en los que pocas cosas nos pueden fastidiar la sobremesa. Y no, no hablo de la gente a la que le habrá tocado la Lotería de Navidad. Hablo de toda esa gente a la que no nos habrá rozado ni un euro. Pero hoy, precisamente hoy, será el día en el que no es significativo que no nos haya caído un duro. Comenzaremos poniendo la radio, o la tele. Escuchando esa tonadilla insoportable que te aporrea el cerebro y te lo penetra con un taladro. Da lo mismo. Ese soniquete te acabara poniendo la cabeza para salir a matar gente, pero da igual. Da lo mismo. El Día de la Lotería de Navidad es algo más que esperar a la suerte en este país. Es, para empezar, la liturgia de compartir un décimo entre los amigos, regalar a quien aprecias y él apreciará tu detalle muchísimo como un acto de cariño verdadero. La tienda a la que vas siempre te adjuntará, junto al pedido, una participación de cinco euros, por ser tan majo y quejarte tan poco cuando no todo sale rico. Llevas una parte del equipo de fútbol de gordos con los que pegas patadas a un balón los martes por la noche. Otros tres pavos con la Peña del Atleti. No te dio tiempo a comprar la del trabajo, pero una compañera te habrá ofrecido compartir. Dos de cuando fuiste a Barcelona para tu madre. Distintos y bonitos, porque si no son números bonitos a tu madre no le gustan. Y al final de todo, cuando nada te haya tocado, te darás cuenta de que en algún momento de todo este veintidós de diciembre, les has sentido presentes a todos ellos. Y te alegrarás de tu suerte. Porque de un año a otro, no todos siguen jugando. Viva el coñazo de la Lotería de Navidad.