Opinión

Emoji

Cuando quien tiene que velar por las palabras te va dejando sin ellas, es un claro síntoma del momento tan absurdo que vivimos. Para la Fundéu, la Fundación para el Español Urgente –ya el nombre expresa bastante–, la palabra del año 2019 es “emoji”. Ya saben, esos símbolos que sirven para potenciar la palabras que utilizamos en los mensajes que escribimos en chats privados y otros sistemas de mensajería instantánea a través de distintas aplicaciones, especialmente de nuestros teléfonos móviles. Es como elegir plato culinario del año el alioli con el que algunos acompañan el arroz a banda, o la salsa de soja que, según diversas teorías, potencia el sabor del sushi y el sashimi. Todo muy coherente. Aunque quizá lo sea más de lo que a priori parece. Estamos en un tiempo donde la superficialidad es la pátina que inunda cualquier logro, donde la prioridad es acceder a todo con la mayor celeridad posible y rigiéndonos por la ley del mínimo esfuerzo, unos tiempos en los que la preparación es una pérdida de tiempo, la profesionalidad cotiza a la baja, los méritos se reducen a la nada y se presume de ello, y el éxito se mide por likes y retuits . A lo mejor sí ha acertado de pleno la Fundéu aunque, más que elegir la palabra del año, lo que ha hecho es una fotografía exacta –con serias aspiraciones a radiografía– de la sociedad. Quizá esa designación sea algo simbólico, en lo que haya que mirar más allá, leer entre líneas –si es que sigue habiéndolas– y hacer un concienzudo ejercicio de interpretación. Una reflexión tan alegórica como el propio emoji.