Opinión
Elegía a una Infanta
La Infanta Pilar, hermana mayor del Rey Juan Carlos I, termina de fallecer. Era una mujer leal, llena de coraje, con un carácter fuerte, lectora empedernida, culta y libre. Decía todo o casi todo lo que se le pasaba por la cabeza. Su puesta de largo en Estoril y su boda en Lisboa se convirtieron en actos políticos y reivindicativos de la Monarquía. En el banquete de bodas, sólo habló Don Juan, y se editó un microsurco con su discurso. «Gracias a todos por haber venido en número tan grande a la boda de mi amada hija Pilar, que va a vivir con vosotros en España, en esa España que yo me quedo añorando en mi soledad». Su marido, Luis Gómez-Acebo y Duque de Estrada, Luis Deleitosa, fue un personaje, inteligente, con un gran sentido del humor y especial categoría humana. Y tuvieron cinco hijos, que hoy son una piña familiar.
La Infanta Pilar –conmigo siempre fue extremadamente cariñosa-, nos tenía a los Ussía un poco de manía. –Es que me habéis robado a mi padre-. Nada más lejano a nuestras intenciones. En los primeros años del Reinado de Don Juan Carlos, Don Juan y Doña María no tenían casa en Madrid. Don Juan eligió la de mis padres en La Moraleja, y Doña María la de los Duques de Badajoz. Años más tarde triunfó lo que denominó Don Juan el «Plan Badajoz». Se vendió Villa Giralda en Estoril, y compraron los Condes de Barcelona una casa en Puerta de Hierro, provisionalmente, hasta instalarse en otra, mucho más espaciosa, en la calle de Guisando de la misma urbanización, muy cercana a «Villa Meona».
En los precipitados apuntes biográficos publicados como consecuencia de su fallecimiento, se reincide en el interés de Don Juan por casar a su hija con el Rey Balduino de los belgas. Algo hubo, pero el interés nació menguado. Por otra parte, la mujer del padre de Balduino, Leopoldo, «la Retty», no era nada favorable a que la futura Reina de Bélgica fuera una española. Y afortunadamente para Doña Pilar, Balduino se enamoró de Fabiola de Mora y Aragón, que hizo el milagro de ser querida por todos los belgas a pesar de su origen español.
A principios de los 80, se presentó en La Moraleja don Pedro Sainz Rodríguez con un tocho bajo el brazo. Se trataba de su libro «Un Reinado en la Sombra», que fue editado por Planeta en la colección Espejo de España – de Rafael Borrás-, en 1981. Don Pedro le pidió al Viejo Rey del exilio que lo leyera por si encontraba en sus páginas algún error o imprudencia. A los seis meses, Don Juan se lo devolvió tal como lo había recibido. «Como comprenderás, Pedro, no voy a actuar de censor de uno de mis leales». Y ahí se trata de Balduino. La imprudencia, no corregida por Don Juan, propició una débil llamada de protesta del Embajador de Bélgica a La Zarzuela. Dice Sainz Rodríguez: «Y además no creo que a Doña Pilar le gustase Balduino. Era muy soso». Y Don Juan remacha: «Pero hubiera estado dispuesta al sacrificio».
A Doña Pilar no se le hubiera pasado por la cabeza casarse con una gran persona que no abandonó jamás su aspecto de seminarista. Era un Rey-Párroco. A los quince años de casados, seguían Balduino y Fabiola fotografiándose haciendo manitas. De ser Doña Pilar, ésta le habría dicho a su marido -¿De qué vas?-, y posteriormente le hubiese atizado un sopapo. Doña Pilar hizo una gran boda, librándose del bondadoso, honesto y tostón de Balduino.
Nació en el exilio. Vivió la tragedia de su hermano Don Alfonsito. Cuidó y se ocupó de su hermana, la Infanta Margarita, invidente. Era la preferida del Rey Juan Carlos. –El Rey es como una portera. Siempre tiene que saber qué hacemos sus hermanas-. Defendió siempre su verdad. Físicamente era la más parecida a Don Juan. Buena marinera. Entregada a los demás en organizaciones sociales.Una Infanta que sufrió las carencias económicas en el exilio, y entendía los límites del sufrimiento. Hoy le dejo estas palabras en forma de elegía, y deseo y rezo por que se haya producido el abrazo del reencuentro con Luis y con sus padres. Muy buena Infanta se nos ha ido.
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