Opinión
Manzana podrida
Es como echar sal en la herida; esa es la sensación que legan las denuncias falsas, porque existen y puede que sean pocas, pero son letales y dejan un ardor metastásico. Los investigadores consideran que las tres hermanas estadounidenses que acusaron a tres hombres afganos de violarlas, presentaron una denuncia falsa. El daño va más allá del simple fraude que, no por simple, es menos delito y debe ser penado. Flaco favor a las mujeres y a la sociedad inventarse una violación o un maltrato. La anécdota enturbia y ensucia la generalidad. Es la realidad de la manzana podrida en un cesto de manzanas sanas: una sola corrompida arruina las demás. Una sola denuncia falsa mancilla al resto, lo queramos reconocer o no, nos guste o no. Negarlas es dar oxígeno a la calumnia. El negacionismo nunca ha traído nada bueno. No se trata de generalizar sino de apuntar, de ser conscientes de su existencia, ya que negarlas lastra su solución.
La otra historia de este relato son los tres hombres a los que se les arrancó la presunción de inocencia, pilar de cualquier democracia que se precie y de la seguridad jurídica que debe amparar a todo ciudadano. Negarle ese principio a alguien también va contra todos. Porque cuando los medios dejen de hablar de esto, ellos seguirán con las vidas destrozadas y rotas, aunque nadie lo cuente. Y eso vale para personas conocidas y anónimas. Por cierto, la mujer que acusó al futbolista Theo Hernández por violación ha sido detenida acusada de simulación de delito, aunque pocos lo han contado para lo mucho que lo relataron en su día. Otra manzana podrida amenazando a las sanas.
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