Opinión
El prepotente y el justo
Como Sánchez se permite la holgura de pasarse todo por los elástiscos de su «braslip Ocean», ordenó retirar de la búsqueda del buceador desaparecido en aguas de Mallorca, David Cabrera, el helicóptero de la Guardia Civil, el único que se utilizaba para rescatar con vida o recuperar el cuerpo del deportista perdido en la mar. Sánchez privó al equipo de rescate del helicóptero durante unas horas para cubrir un trayecto de 50 kilómetros. Cumplido el capricho del prepotente, y en este caso infamante e inhumano abuso de poder, el helicóptero de la Guardia Civil se reincorporó a la búsqueda de David Cabrera. Además de abuso de poder, egoísmo y prepotencia, una decisión que sólo puede adoptar un sujeto insensible.
Del lado opuesto de la calidad humana, y con motivo del septuagésimo quinto aniversario de la liberación de Auschwitz, que contó con la presencia de los Reyes en Israel, se ha recordado la ingente y prodigiosa labor del diplomático español Ángel Sanz Briz, embajador de la España de Franco en Hungría en 1944. Inicialmente, socorrió a los judíos de origen español, y posteriormente, usando de toda suerte de refugios presididos por la Bandera de España con inmunidad diplomática, don Ángel Sanz Briz salvó la vida de más de 5.000 personas. Hoy se calcula que viven, gracias a su arrojo, a su trabajo y a su valor, 50.000 seres humanos libres y seguros. No hay que olvidar que el embajador Sanz Briz se enfrentó a las SS de Himmler, a la Gestapo y a las organizaciones húngaras simpatizantes de los nazis. Y tampoco hay que olvidar que de todas sus brillantes y humanitarias acciones fue puntualmente informado el entonces Jefe del Estado Español, el General Franco.
Sanz Briz se jugó su carrera diplomática por aquellos 5.000 judíos, y de haberle salido mal la batalla contra la barbarie nazi, la propia vida. Fue llamado desde aquella gesta El Ángel de Budapest, y reconocido como Justo entre las Naciones por el Estado de Israel, tan sospechosamente odiado por el mal considerado «progresismo» español. Israel es la muralla, el único Estado democrático del Oriente medio, la nación libre que ha impedido el definitivo asentamiento del terrorismo musulmán en la vieja y desagradecida Europa. Tenía 34 años cuando culminó su hazaña.
Tuve el honor de conocerlo, si bien las diferencias cronológicas me impidieron un trato más profundo. Sus hijas y mis hermanas eran amigas y compañeras de colegio. Tenía una mirada penetrante y tímida, simultáneamente, y su mujer, Adela Quijano, una gran señora de La Montaña, jamás presumió de la humilde grandeza de su marido. En España no se ocultó su brillante labor, pero tampoco se le reconoció su heroísmo contra los nazis en Budapest con los honores que merecía.
Don Ángel Sanz Briz fue un destacado diplomático de una generación portentosa, que tanto hizo representando a una España no del todo bien recibida en el mundo. Curioso que el régimen autoritario de Franco produjera más recelos que una tiranía del Frente Popular. En ese cambio de actitud tuvo mucho que ver la generación más brillante de la diplomacia española, en la que sobresalía don Ángel Sanz Briz.
Alivia hablar de los grandes hombres y sus acciones heroicas cuando la podredumbre ha invadido la política en España, y no me refiero sólo a la izquierda social-comunista que nos gobierna con el apoyo de los separatistas y los herederos de la ETA. La derecha en España ha sido cobarde, acomplejada, y brutal con la clase media. No lo admiten, pero Vox es el resultado de la mediocridad y la renuncia a los principios y valores del Partido Popular, que sigue atontado.
Así, mientras las lógicas críticas indignadas llueven sobre la cabeza del que hurta medios indispensables para rescatar a un español perdido, tranquiliza y sosiega recordar a nuestros héroes. Y don Ángel Sanz Briz lo fue. Cinco mil judíos señalados para ocupar los barracones de Auschwitz o Treblinka, o Birkenau, y sus correspondientes cámaras de gas, vivieron y se multiplicaron gracias a un español gigante que se jugó todo lo que tenía en la vida por las vidas de ellos.
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