Opinión
Ábalos
Ábalos saldrá de esta porque es Ábalos, de igual manera que Ábalos se ha metido en este lío porque es Ábalos. En la normalidad de un Gobierno de coalición recién nombrado hoy estaríamos hablando del ex ministro. En alguno de los tramos de su relato ha mentido y eso es motivo suficiente para que salte por los aires pero es el cordón, el puente, el nexo, la organización. Ábalos es el PSOE en el Gobierno y quizá por eso se ha tenido que comer este marrón convertido en trampa. De toda la historia nos quedaremos con la versión dada aquí en LA RAZÓN, ampliada y matizada un día después en la Sexta con Ana Pastor. Fue, vio y estuvo un rato con la vicepresidenta venezolana que sí pisó suelo español… hasta hizo noche. Mientras el PP de Madrid, la oposición, rendía homenaje a Guaidó, el PP nacional, el de Génova, se dejaba escapar a Ábalos. Al ministro alguien le encargó esa misión porque tiene el arco del triunfo alicatado con titanio. Llegó a Barajas en coche privado, subió, saludó, charló y dijo lo que tuviera que decir. Con lo que no contó y otros quizá sí es que con tanto personal implicado alguien se iba a ir de la lengua. A partir de ahí el escándalo. No se puede apagar un incendio con un comentario inicial que atribuye a la casualidad el encuentro con la vicepresidenta y adobarlo con toque de «sujétame el cubata». La primera lección para gestionar una crisis es tener los datos suficientes para que esta no se produzca. Que no pasen las cosas deja la realidad sin héroes y los gurús no se lucen, pero es lo mejor. Eso se consigue con la información suficiente y con algo tan sencillo como valorar los actos y sus consecuencias. Ir a ver a una señora que no puede pisar la Unión Europea tiene efectos, si es la dos de Maduro, además tiene toxicidad informativa, y no se puede ir a pecho descubierto. Salvo que alguien quisiera que fuera así… desasistido antes y a la intemperie después. Aquí es donde este asunto cobra especial interés especulativo ¿A quién le viene bien un Ábalos debilitado? De entrada a los que no quieren partido en el Gobierno, a esos que se llama técnicos de toda clase y condición. Si una de las subtramas de esta legislatura es el proceso de competencia en el seno de la izquierda, los de la izquierda morada están encantados aunque lo disimulen. No es vicepresidente pero manda más que alguno de los cuatro. Que sea titular de Transportes y Movilidad no deja de ser uno de esos guiños que deja la política para los memes y las paradojas.
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