Opinión

La multioficios

Sin duda, es inteligente. Y está sobradamente formada. Filóloga y periodista de éxito. Mantuve con ella una relación muy cordial cuando coincidimos en la COPE. En aquel tramo de su vida periodística trabajaba en ABC. También estuvo en El Mundo, y creo que terminó en El País antes de dar el salto a la política. Se involucró en el proyecto de Rosa Díez en 2007 y se sentó en el Congreso de los Diputados durante una legislatura. Se enfadó con el sentido del liderazgo de Rosa y abandonó UPyD. Tanteó al emergente Rivera, pero éste, receloso, no la admitió en Ciudadanos. Y saltó al PSOE. Encandiló al mentiroso. Y, sorprendentemente, aquella mujer brillante, empezó a escribir tonterías. Un libro sectario y con una protagonista inmersa en la mediocridad, Zaida Cantera, que había abandonado el Ejército por el acoso de un superior. Zaida también encandiló al mentiroso. Proponía la señora Cantera un Ejército sin jerarquía en el mando. Que me aten esa mosca por el rabo. Y culpaba al PP de su situación, cuando el PP no tuvo nada que ver con su desagradable episodio. Fue Carmen Chacón, ministra de Defensa con la calamidad de Zapatero, la que ascendió a su superior y presumible acosador. Se trató de un trabajo orientado en exclusiva a desprestigiar al Ejército. La desorientación intelectual de Irene Lozano se culminó cuando escribió un libro-entrevista a un interesante ciudadano. El gracioso lucero de Canal Plus Máximo Pradera, también conocido por Mínimo Parcela. Elegir a ese individuo para dorarle la píldora equivale a publicar una obra magna dedicada a la Historia del Teatro en España, en cuya carátula apareciera como autor fundamental, Iñigo Ramírez de Haro. No hice el esfuerzo intelectual que se requiere para leer aquel bodrio, que se agotó rápidamente en las librerías porque el 90% de los puntos de venta rechazaron ofrecerlo a sus clientes y lectores. Y la trilogía se culmina cuando se ofreció a ser la negra del mentiroso, escribiéndole su «Manual de Resistencia». En esta ocasión, el mentiroso demostró que puede ser agradecido, y nombró a su protegida Secretaria de Estado de la España Global, lo que fuera «Marca España», que presidió desde su creación Carlos Espinosa de los Monteros con cero euros de sueldo, o mejor escrito, de no sueldo. Irene Lozano, lógicamente, no siguió los pasos de su antecesor en lo que a remuneraciones se refiere, y no es crítica negativa, sino constatación de dato. El mentiroso cobró los derechos del libro escrito por Irene Lozano, y su jugoso anticipo monetario, que La Moncloa oculta en su afán de nublar la transparencia y la Editorial lo mantiene en férreo secreto.

Que se ha equivocado Irene Lozano en sus tres últimos libros está científicamente demostrado, pero no quiere decir que haya abandonado su inteligencia natural y sus saberes cultivados. Y sí, me ha sorprendido su nombramiento como Secretaria de Estado del Deporte, en sustitución de María José Rienda, la gran esquiadora granadina que se metió voluntariamente en el avispero de la política y ha salido rumbo a Granada a toda pastilla. Para mí, que Irene Lozano sabe de deportes menos que Pedro Almodóvar, el Pelota Mayor del Reino. Estoy seguro de que no superaría la prueba de los balones y las bolas. Se forma una hilera en su mesa de consejo con nueve esféricos y un melón. Balón de fútbol, de baloncesto, de balonmano, de rugby, pelota de frontón a mano, bola de tenis, de golf, de ping-pong, canica de cristal y bola de billar. Y para aprobar el examen hay que acertar los diez elementos. Hasta el presidente del Barcelona, Bartoméu, aprobaría el examen. Pero Irene Lozano, no. Sabe de otras cosas, pero no entiende ni patata de deportes. Claro, que el mentiroso, con esos arrebatos que gasta, es capaz de designar a Monedero para la dirección general de Transparencia Monetaria, dependiente del vicepresidente segundo, claro está.

Le deseo suerte a Irene Lozano al frente del deporte español, eso que tanto nos une. Pero no tiene ni puñetera idea de qué va la cosa.