Opinión

La hora naranja

Ciudadanos tendrá que decidir si quiere ser contingente o necesario. En política tienes que ser útil o te convierten en prescindible. Andan ahora los naranjas preparando un Congreso en el que la gestora lo quiere todo «atado y bien atado». Una Bulgaria de ciudadanos libres. Pero ahí está Igea, el vicepresidente a palos de Castilla y León, que quiere debatir las reglas del juego. No ha entrado en el quién, se ha quedado en el cómo y ahora soporta los desplantes. Inés Arrimadas quiere que se presente en el ruedo de un congreso para vencer y hacer como han hecho todos los partidos, vayan con el apellido regenerador, conservador o socialista, que es liquidar a los perdedores. A Igea lo intentaron liquidar con el pucherazo de Clemente y no pudieron. Esta cita en los medios solo se hace cuando sabes que cuentas con los apoyos suficientes para ganar y parece que Inés los tiene y el control de los que organizan por si acaso. El proceso es interesante pero no tanto como las decisiones que se tomen. La primera es ir en alegre comandita con el PP. Dicen que en Cataluña, Pais Vasco y Galicia. No creo que Feijóo esté dispuesto a ocultar su marca que no es otra que Feijóo y dejar a unos de Ciudadanos cerrar la lista puede ser un ejercicio de sadismo político. En el País Vasco, Casado podría encontrar en esta asociación con los naranjas la excusa para liquidar a Alfonso Alonso. Ya han probado la dureza de los materiales con las invitaciones de Cayetana a Rosa Díez. Pero la verdadera prueba para Ciudadanos es Cataluña. ¿De qué sirvió su último triunfo electoral? Y la respuesta es un enorme silencio en la oquedad, después Inés se vino a Madrid. Ciudadanos nació en Cataluña, creció en Cataluña y luego se expandió. Ahora estaría dispuesto a enterrar sus siglas en un genérico «Cataluña Suma» que es la asunción de la derrota que se avecina y un gran favor al PP. Los populares han mantenido una línea errática desde que Aznar entregó a Pujol en bandeja de plata la cabeza de Vidal Quadras (germen de VOX). Sabe el PP que sus votantes tradicionales esta vez se irían con los de Abascal, así que la única manera de disimular un previsible mal resultado es ir de la mano con Ciudadanos y proponer una alternativa constitucionalista serena y posible. Quizá en las filas naranjas ya hay quien piensa pedir hueco en futuras listas populares. Y en cuestión de días sale el libro de Rivera. Ya se sabe que solo los borrachos, los niños y los expolíticos dicen la verdad… si no la dice es que quiere volver.