Opinión

La excu

Como niños de una excursión colegial. La canción en el autobús, «Vamos a contar mentiras». «Por el mar, corren las liebres (bis)/ por el monte las sardinas tralalá (tris) por el monte las sardinas». En el tralalá está la clave de la buena conjunción. Seguro estoy de que Garzón, el ministro de Consumo, en lugar de tralalá emitió un tralalalá, que desencuadernó la armonía. Sánchez, indignado, y con toda la razón. -¡Alberto! Es tralalá, no tralalalá. ¡Así no podemos seguir!-. Menos mal que ahí estaba el simpático y alegre ministro de Justicia que propuso otra tonada para evitar que la tensión creciera entre los miembros del Gobierno por el tralalalá de Garzón. –Cantemos «eres alta y delgada como tu madré morená saladá» que es muy bonita-. Y Garzón insistiendo en sus errores. «Madre morena y salada no llevan acento al final». Y de nuevo Sánchez: -Alberto, en la bella tonada popular que vamos a entonar, el acento final es fundamental para unir la melodía con la letra. «Madré, morená y saladá», ¿te has enterado? Pues canta y calla-. Y es que Garzón es como és y no tiene remedio.
Se han ido de «excu» a Quintos de Mora, en los Yébenes. Allí se llevó a Bush y Blair Jóse María Aznar. Bush se refería al precioso campo adehesado como «el rancho de Aznar». Y Zapatero invitó a Lula, que de los Quintos de Mora saltó a la cárcel por ladrón. En la fotografía del grupo, los que más felices aparecen son los Iglesias, que todavía no se lo creen. En Quintos de Mora viven magníficos venados, gamos y jabalíes. Cuando han sabido los ministros que ni los venados, ni los gamos ni los jabalíes atacan a los humanos -siempre que no se sientan acosados o heridos-, los ministros y Sánchez han paseado por la dehesa, se han agrupado al sol, y han jugado a las prendas. –¿ Por qué no al escondite? Ha propuesto Garzón. Y ahí, hay que reconocerlo, Sánchez se ha enfurecido. –Alberto, óyelo bien, no jugaremos al escondite porque nos divierte mucho más el juego de las prendas, ¿verdad, Pablo?-; -completamente cierto, presidente-, -Y te lo advierto por última vez. Una tontería más y te mando a Madrid-.
Ante un grupo de encinas formidables, Carmen Calvo ha comentado emocionada. «Qué bonito “bojque” de “eucalitos”». Y como siempre, ha sido el presidente Sánchez, el timonel de España, el que ha corregido a Calvo Poyato con menos virulencia que a Garzón. –No, Carmen, no son eucaliptos, sino encinas-; - lo tengo dicho y repetido, «ere» una «ciclopedia», Pedro-.
La reunión ha salido bien, porque detrás de todos ellos se hallaba el pangolín Redondo, que mostraba el bisoñé con un tono más rubio que en Barcelona, cuando se desnucó ante el zascandil inhabilitado. Redondo, no obstante, viajó en su coche oficial porque le repatean las canciones populares. Es hombre de análisis, no de cancioncillas, y no está para bromas.
Los resultados del fin de semana en los Quintos de Mora ha sido excepcional. –Nuestro objetivo principal, además de concederle la independencia a Cataluña y el País Vasco, no es otro que gobernar con transparencia. La transparencia, amigos y compañeros míos, es la piedra de toque de todo gobernante. Por ello, os ruego que imitéis al ministro de Transportes, Ábalos, en lo que a transparencia se refiere. ¿Estamos de acuerdo?-. Y todos estuvieron de acuerdo, lo que dice mucho a favor de este reducido y simpático Gobierno.
De buena fuente, tengo noticias de que ya han regresado. Más unidos, compenetrados y compactos que nunca. Ninguno, por aquello de la transparencia, ha comentado la estancia de Zapatero en Caracas, donde ha rendido pleitesía a Maduro y Delcy, la del aeropuerto. La transparencia se lo impide. Todo, menos caer en la tentación de la verborrea y dejar intuido que Zapatero percibe una remuneración por su incansable labor de pacificación en Venezuela. No obstante, el único ministro que no ha regresado contento es Garzón. Lo de jugar a las prendas en lugar de al escondite le sentó fatal. La política es, a veces, excesivamente áspera.