Opinión
El orgullito
Tengo un dibujo de Antonio Mingote que invita, como todos los suyos, a la sonrisa o la emoción. Éste pertenece a la emoción, a la meditación y al pasmo. Se habían desencadenado en Vizcaya las fuerzas de la naturaleza. Los ríos desbordados, caseríos aislados, la ruina y el desastre. A finales de los ochenta, en plena euforia asesina de la ETA que hoy sostiene a Sánchez. Y Mingote dibujó lo que le guió el alma. La Guardia Civil colaboró hasta la extenuación en labores de salvamento y reconstrucción de personas y bienes. Recibieron los guardias civiles toda suerte de agradecimientos y aplausos de las gentes de allí, en algunas ocasiones bajando el tono de voz, porque el miedo imperaba y la ETA estaba al acecho. A los pocos días de la tragedia, mitigada en gran parte por el servicio sin límites de la Benemérita, la ETA asesinó de un disparo en la nuca a un guardia civil. De esta manera agradecía el cumplimiento del deber llevado hasta el extremo del sacrificio de los guardias civiles entregados a salvar las vidas de quienes los despreciaban. Y envió un dibujo a ABC que Luis María Anson, su Director, convirtió en portada. Se aprecia en el dibujo a un guardia civil con el agua hasta el cuello y sobre sus hombros, un vasco cualquiera, rescatado de la muerte en plena riada. Y un texto seco, emocionante y brutal: «La ETA ha matado a este guardia civil».
Siento históricos y justificados recelos hacia el PNV. Pero hubo dirigentes nacionalistas, todos ellos pertenecientes a la alta burguesía cristiana del País Vasco, que merecieron el respeto por su moderación. Ardanza, Josu Jon Imaz, y pocos más. Tenía a Urkullu conceptuado erróneamente. Consideré que navegaba en el pragmatismo, no en la radicalidad aldeana. El 6 de febrero, en la localidad de Zaldívar, a diez kilómetros de Eibar, la armera, y de Ermua, la yerma, se derrumbó por un argayo un vertedero tóxico ubicado en las inmediaciones de la autopista, construída en el franquismo, que une Bilbao con San Sebastián y la frontera con Francia. La masa de la escombrera sepultó a dos de sus trabajadores, Joaquín Beltrán y Alberto Sololuce, que yacen bajo toneladas de escombros y cenizas. El componente tóxico de la escombrera se incendió, y diez días más tarde la nube de malos humos llega hasta Durango. La gestión del Gobierno autonómico vasco ha sido calificada de lenta y desastrosa por los vecinos de las localidades afectadas, y los familiares de los obreros sepultados no han simulado su indignación.
Lo único que hizo bien Zapatero, el empleado de Maduro, durante su patético paso por el Gobierno de España, fue copiar de una unidad francesa, la UME, la Unidad Militar de Emergencias, que allí donde ha sido reclamada, ha recibido la gratitud de los afectados por su competencia, sentido del servicio, eficacia y humanidad. Se trata de una extraordinaria Unidad de nuestro Ejército de Tierra. Todavía guardo las imágenes de la ovación espontánea que recibieron en el aeropuerto de Santiago de Chile cuando embarcaron en el avión de retorno a España. Miles de manos rotas ovacionando a nuestros héroes. La UME se ha ofrecido a actuar en Zaldívar, pero el Gobierno de Urkullu ha rechazado el ofrecimiento. El orgullito nacionalista. –Esto lo arreglamos los vascos sin necesidad de recurrir a los “maketos” de la UME».
Pero no lo han arreglado. Los riesgos han crecido y los trabajadores sepultados permanecen sin vida bajo los escombros. Por primera vez, en muchos «batzokis» del PNV se ha criticado a voz en grito y sin prudencia a los dirigentes peneuvistas. Y todo, por no reconocer su ineficacia propia y la eficacia de una Unidad del Ejército cuyos componentes, extraordinariamente formados y entrenados, asumen que el deber de dar sus vidas por los demás –y en este caso, compatriotas–, es su razón de ser. La UME se ha ofrecido, Urkullu ha rechazado el ofrecimiento, y la nube tóxica sobrevuela una gran parte de las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa. El orgullito nacionalista, en esta ocasión, les puede salir muy caro.
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