Opinión

Enemigos de la patria

Me gustó mucho la película «Mientras dure la guerra» de Alejandro Amenábar. Resulta revelador cuando el Unamuno de Karra Elejalde, al escuchar a algunos exacerbados gritar «Arriba España», dice , con la carga que otorga el sentido común vetado a los que vociferan, : «y se creerán que dicen algo». Cuando los políticos hablan de patria y de enemigos, me viene a la cabeza idéntica reflexión. Enemigo es una palabra adherida a sus paladares, esperando el mejor momento para soltarla: enemigos de la patria, enemigos del pueblo, enemigos del sistema, enemigos del estado… Suena a otra época, a Hitler hablando de los enemigos de la raza, a Stalin señalando a los enemigos del pueblo, a Mussolini, a Franco, a Milosevic, a Ceausescu … Solo veían enemigos quizá porque no les quedaban amigos, ya que terminaron matándolos a todos. Los políticos manipulan las palabras, las tergiversan, las prostituyen, las disfrazan, las ensucian y las destrozan para después vomitarlas sobre los demás esperando que nos ahoguemos en ellas.

Hace falta estar fuera de la realidad o, lo que es lo mismo, llevar demasiado tiempo en política como para creerse la demagogia y la tergiversación que sustenta el arte de mentir, como Voltaire definió la política. El filósofo francés añadió al verbo mentir un oportuno «a propósito», que explica aún mejor el comportamiento rastrero de muchos políticos. El aforismo data del siglo XVIII, cuando al político se le suponía la preparación, como al soldado el valor. Hoy, esa suposición es un acto de optimismo exacerbado. Lástima que hablen tanto y lean tan poco; sabrían lo de Sartre: «Cada palabra tiene consecuencias. Cada silencio también».