Opinión

Ridícula oposición

Lo ha dicho Feijóo de Galicia, con la misma parsimonia y semejante convencimiento que Pujol de Cataluña veinte años atrás. «Galicia es una nación sin Estado». Feijóo, que lleva acumuladas varias mayorías absolutas, se ha opuesto a un futuro acuerdo con Vox. «Vox es un partido que está contra Galicia». El problema de Feijóo no es otro que sus cambios de disfraz. Cada vez que Feijóo desconcierta a sus partidarios, que son muchos, en La Moncloa se oyen los aplausos. Está obligado el presidente de la Junta de Galicia a explicar el anti-galleguismo de Vox tan contundentemente denunciado.

Alonso, flor vasca del antiguo sorayismo, se opone al acuerdo de sumar posibilidades de éxito en las tres provincias vascas con Ciudadanos. Su caso es mucho más grave que el de Feijóo. El PP vasco sólo tiene un representante en el Congreso de los Diputados, Beatriz Fanjul por Vizcaya. Con ese bagaje, Alonso se atreve a poner condiciones.

Fanjul representa a un sector, joven y valiente, del Partido Popular en el País Vasco, enemigo de componendas y partidario de agradecer públicamente al PP heroico, el de Gregorio Ordóñez, Miguel Ángel Blanco, Jaime Mayor y María San Gil, dos asesinados y dos supervivientes, su heroicidad y coraje. Aquel PP que fue asesinado y aquel PP que puso la nuca ante los terroristas para defendernos a todos los españoles. El PP que humilló Soraya, la componedora de vilezas y a la que tan emocionalmente está ligado el exigente presidente del PP vasco, que está más amortizado que el Seat Seiscientos de mi tía Clotilde, que lo compró de segunda mano hace cuarenta años. Un PP tan fracasado electoralmente, tan nublado de horizontes, no puede exigir nada, y menos aún, negarse a compartir con Ciudadanos la aventura de unas próximas elecciones. Alonso sobra, y se me antoja patético que Casado siga confiando en el sorayismo para salir del agujero. Cada vez que Alonso aventura rechazar el pacto con Ciudadanos, se oyen los aplausos en La Moncloa, en «Sabin Etxea» y en las «Herriko Tabernas» bilduetarras.

Con un partido, por ahora y hasta el momento, referente de la Oposición al Gobierno más cochambroso, mentiroso y traidor de la Historia de España, un Gobierno que ha pactado con los separatistas y los herederos del terrorismo con el único fin de mantener a Sánchez en La Moncloa mientras entrega la soberanía que nos pertenece a todos los españoles, el PP está obligado a intentar sumar, no a boicotear las sumas. Se puede encontrar, en unos años, con la sorpresa de verse superado por Vox, los despreciados, que no han hecho otra cosa –y es importante–, que recoger por las esquinas todos los principios y valores que dejó tirados y abandonados el PP del indolente, de la componedora y del forajido de Hacienda. Centenares de miles de votantes conservadores y liberales, se sienten engañados cada vez que el PP protagoniza una nueva majadería egoísta de proyección personal. Un Gobierno traidor y lerdo, no se siente amenazado con una Oposición estúpida y dividida, y con una capacidad para errar de difícil superación. El PP en Cataluña tiene un gran representante, pero como partido político, sin Ciudadanos es menos que un poquito. Ciudadanos en Galicia carece de representatividad y necesita del PP para obtenerla, siempre sumando. Y el PP en el País Vasco está condenado al exterminio total si no renueva su programa con la aportación de los votos jóvenes que confían más en Ciudadanos y Vox que en los herederos de Soraya. Mientras no se cumpla un acuerdo global entre el PP, Vox, Ciudadanos, Navarra Suma y UPyD, tendremos al trilero en La Moncloa y al estalinismo bolivariano en el Gobierno. No son insalvables las diferencias ideológicas, y por ahora, es el PP el responsable de procurar solventarlas.

Lamentarán no ponerse de acuerdo. Divididos, como dijo Foxá, les darán en sus traseros una patada en los culos de millones de españoles.