Opinión

Zarzal empinado

Los apellidos vascos, con abrumadora mayoría, están relacionados con la naturaleza, los paisajes, los accidentes de terreno, valles, costas y montañas. Y en muchos de ellos, su etimología mueve a la confusión contradictoria. En la magnífica obra del filólogo Isaac López-Mendizábal «Etimologías de Apellidos Vascos» (Buenos Aires, 1958), el apellido Iturgáiz tiene dos significados. «Zarzal Empinado» y «Fuente en Terreno Escabroso». Prefiero el primero, porque el inmediato futuro del firme político vasco del Partido Popular no tendrá otro objetivo que superar el zarzal empinado para alcanzar su antigua cumbre, cuando presidía aquel PP heroico que se convirtió en la segunda fuerza política de las tres provincias vascongadas. Para ello tendrá que competir con Urcullu o Urkullu, variación de Urcola o Urkola, que significa «Lugar de Abedules», también en Zaldívar. Y con los socios pistoleros de Sánchez comandados por Otegui,que es variación de Otaegui, y se traduce por «Argomal», campo de árgomas, de brezos. El único detalle que me inquieta de Zarzal Empinado, es su apoyo a Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias del PP, un apoyo sorprendente en personaje tan claro y digno.

Iturgáiz, Zarzal Empinado o Fuente en Terreno Escabroso, fue un político valiente que se jugó la vida –y la salvó–, cuando era uno de los principales objetivos de la ETA, la banda terrorista a la que pertenecía el socio de Sánchez Otegui u Otaegui, el Argomal. Le silbaron las balas por las orejas, pero su sangre no tiñó de rojo el campo de brezos. En sus tiempos de presidente del PP del País Vasco, se las tuvo tiesas con el poderoso ex jesuíta Javier Arzallus, el «Alisal Largo», al que Juan María Bandrés acusó en sus «Memorias» de cruzar frecuentemente la frontera para incitar a los asesinos alojados con mimo por Giscard D´Estaign, ese gran cabrón con pintas, a cometer «más acciones» con el fin de mejorar las condiciones de las transferencias autonómicas. Y claro, se las tendrá que ver con los «maquetos» que pugnan por ocultar su origen castellano, como Aitor Esteban, que tiene de vasco lo mismo que Marifé de Triana.

Iturgáiz, Zarzal Empinado, ha demostrado tener suficientes agallas para recuperar algo de lo mucho que ha perdido el PP en Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, desde que, entre Rajoy, Soraya y Arriola destruyeron a su antojo el Partido Popular vascongado. Precisamente Arriola, que en vascuence significa «Pedregal», si bien ya no puede obstaculizar la gestión de Iturgáiz porque descansa en Málaga junto a doña Celia Villalobos con el amparo de los muchos millones de euros que le pagó el PP a cambio de meter el remo. Iturgáiz tiene a su lado, incondicionalmente, a un nutrido y brillante grupo de jóvenes dispuestos a jugarse la cara en defensa de la unidad de España y la vigencia de nuestro orden constitucional. Jóvenes que saben que la suma de fuerzas es imprescindible para lograr que, de nuevo, España y el Estado estén presentes en las instituciones vascas, con el PP, Cs y Vox, para compensar la traición del PSE, alineado con nacionalistas y separatistas.

Si Carlos Iturgáiz se jugó la vida en los años de plomo, seguro estoy de que no decepcionará a las decenas de miles de vascos hartos de las cesiones, carantoñas y acuclillamientos del PP en los últimos años. Con Ciudadanos gana mucho el PP vasco, y en un futuro, si se incorporan Vox y UPyD, España se recuperará en aquellas maravillosas tierras, sin olvidar al Reino de Navarra, entregado a la colonización de la violencia bilduetarra por la socialista Chivite.

Sin la muerte apuntando las nucas de los constitucionalistas, el primer empeño de Iturgáiz no es otro que animar a la diáspora – más de 150.000 vascos amenazados–, a reunirse con sus añoradas raíces, después de haberse vistos obligados a abandonar su Patria Chica para salvar sus vidas y las de sus familiares.

«Ongui Etorri» (Bienvenido), Iturgáiz.