Opinión

Hora H

Las 20:00 horas. Es la nueva hora H. Es el momento del día en el que nos dejamos llevar dentro de las dimensiones de nuestro nuevo universo y nos abrimos al mundo de siempre desde nuestras ventanas o nuestros balcones. En principio, el aplauso colectivo a los sanitarios es un acto de gratitud hacia los profesionales de la sanidad, que por supuesto se hace extensivo a todas las personas que cuidan de nosotros en muy distintos ámbitos. Pero ese aplauso y esos vítores que cubren ciudades cuando anochece, desbordan la ovación . El gesto va más allá del palmoteo físico, es algo más intrínseco, más recóndito. El saber que no estamos solos y que el resto está ahí. Es cuando el «yo» muda en el «todos» y derriba la vulneración de un narcisismo impuesto y no ególatra. Tener conciencia de esa compañía, de ese abrigo del otro, de que formamos parte de un todo. La necesidad de estar vivos y sentirnos vivos. Y si no lo podemos vivir in situ, necesitamos que nos lo cuenten. Al tiempo que cortamos la transmisión del virus mediante el contacto directo, nos aferramos a la transmisión tecnológica para seguir en contacto. La piel no es la única vía de transmisión de emociones. Ahora sentimos más a través de la vista y el oído. La vida transcurre por las redes, los hilos, las fibras… pero sabemos que necesitamos el contacto físico.

Pronto volveremos a abrazarnos y a besarnos como siempre. Espero que esa reconfortante sensación, hoy añorada y abrazada con nostalgia, nos dure más tiempo y que la normalidad no nos anestesie de lo que verdaderamente importa y necesitamos.