Opinión
El karma
Esto debe ser cosa del karma porque es que, de lo contrario, no se entiende. La causa y el efecto por la que se asegura que cada uno de nosotros vamos a pagar las consecuencias de nuestros actos, eso es el karma, que esta vez nos lo ha devuelto todo y con la mano abierta. Hasta la crisis del coronavirus, la lógica del consumo y la producción eran incuestionables para nuestra sociedad. El sistema en el que vivimos depende de su propia repetición diaria y con eso no parece haber existido nunca discusión en nombre sobre todo del trabajo, del buen trabajo. Y ahí estábamos nosotros, todos los días en esa rueda de jaula de ratón, obligados a seguir corriendo. Ahora, ¿es posible hacer una pausa? ¿Es posible parar? No, siempre hemos pensado que no. Miren, sé que no va a consolar en absoluto a todos aquellos que tienen miedo a perder su trabajo, su negocio o parte de su sueldo por los estragos de esta pandemia, pero, por darle una salida a la esperanza, algunas cifras quizá comiencen a tener sentido. Estamos a diez años del punto de irreversibilidad climática y, sin embargo, con la pausa que estamos haciendo, el planeta contesta. Los canales de Venecia están limpios y se ven bancos de peces. Se han reducido las emisiones de CO2 en China en un 25%. La polución en Barcelona y Madrid ha bajado a la mitad en solo tres días de confinamiento, la calidad del aire se recupera. No me digan que no es conmovedor. El coronavirus nos enfrenta a nosotros mismos. No hay salidas, ni distracción ni entretenimientos, no hay nada más que hacer una pausa individual para después volver a lo colectivo, así que habrá que preguntarse una vez más: ¿es posible parar? Espero y deseo que estemos todos a la altura de lo perentorio, de lo necesario y de lo imprescindible para salir de esta. Aunque solo sea por no soportar a este puto karma.