Opinión
Un claro diagnóstico ante el que no se ha hecho casi nada
La Ley 36/2015 de Seguridad Nacional aprobada por amplio consenso, establece que «la Política de Seguridad Nacional es una política pública en la que bajo la dirección del Presidente del Gobierno y la responsabilidad del Gobierno participan todas las Administraciones Públicas de acuerdo con sus respectivas competencias y la sociedad en general para responder a las necesidades de la Seguridad Nacional». Hasta aquí, el marco legal, que prevé para desarrollarlo el documento Estrategia de Seguridad Nacional, un documento abierto que afecta a prácticamente todas las administraciones. En 2011 se aprobó su primera edición al término de la IX Legislatura que se revisó el 31 de Mayo de 2013 durante la siguiente. La última versión, que actualiza las anteriores, es de 1 de Diciembre de 2017 (R.D 1008/2017), siendo Presidente Mariano Rajoy. Consta de seis extensos capítulos que afrontan quince ámbitos de actuación. En su disposición final primera define las competencias del Gobierno en estas materias
–imagino que pensando en determinadas comunidades autónomas– al amparo de los artículos 149 y 29 de nuestra Constitución.
El actual Gobierno, en la primera reunión del Consejo de Seguridad Nacional celebrado el 16 de Julio de 2018 conoció e hizo suyo este documento que no ha actualizado hasta la fecha. Bajo la presidencia del Rey, asistieron con el Presidente todos los ministros del Gobierno, excepto Borrell, María Jesús Montero y Pedro Duque debido a otros compromisos de agenda. Asistieron también el General Miguel Angel Ballesteros recién nombrado Director General de Seguridad, junto a los relevados Félix Sanz (CNI) y Fernando Alejandre (JEMAD).
Me referiré solo, en esta rápida reflexión, a lo que cita como «Seguridad frente a pandemias o epidemias» y que desarrolla en los Capítulos 5º y 6º. Tras una amplia referencia al Síndrome Respiratorio Agudo, a la gripe por virus A/H5N1, la pandemia del A/H1N1 el Ébola y el Zika, repasa sus características presentes y futuras y propone la forma de «disminuir la vulnerabilidad de la población ante riesgos infecciosos». Cita como objetivo «adoptar planes de preparación y respuesta ante riesgos sanitarios, tanto genéricos como específicos, bajo el principio de coordinación entre la Administración General del Estado y las Administraciones Autonómicas y con organismos internacionales, como la OMS o, en el seno de la UE, el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades».
Hace hincapié en que «España recibe 75 millones de turistas al año con puertos y aeropuertos entre los de mayor tráfico del mundo, con un clima que favorece la extensión de vectores de enfermedades, con una población envejecida y una situación geopolítica polarizada, no exenta de amenazas y desafíos asociadas a enfermedades infecciosas tanto naturales como intencionadas». Más claro, agua. No puede estar mejor diseñado el diagnóstico.
Entonces, ¿qué ha pasado?
–Que de las medidas apuntadas para contrarrestar estos riesgos, no se ha hecho prácticamente nada, a diferencia de otros como la Ciberseguridad.
–Que el problema del coronavirus se ha presentado como sobrevenido y extraordinario, cuando existían indicios más que suficientes de que podía suceder y que los redactores de la Estrategia incluyeron conscientemente en el documento.
–Que vamos viviendo y conociendo el coste dramático de estas imprevisiones. El actual llanto y el crujir de dientes deberá dar paso a una reflexiva y seria toma de conciencia de nuestras políticas de seguridad.
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