Opinión

Seguridad nacional

Creo que tenemos claro donde nos encontramos. La crisis de «seguridad nacional» está servida y salen por sus grietas junto a mayoritarias muestras de solidaridad y sacrificio, la improvisación, la gestión deficiente, los bulos, los egoísmos; pronto surgirán los aprovechados, si es que no han salido ya.

Y si debo resumir en pocas palabras esta «inseguridad nacional» diría: incapacidad de prever; de ver «al otro lado de la colina» como hablaba Liddle Hart de los buenos generales de la Segunda Guerra Mundial; «intuir el sentido del galope de los caballos de la Historia» del buen estadista, como ratificaba Bismark.

Con acertada visión Sergio Alonso y Fernando Cancio publicaron en estas páginas el pasado 8 de abril una información con el título «El Gobierno desoyó también la Estrategia de Seguridad Nacional», que ya «urgía a finales de 2017, a adaptar planes de preparación y respuesta ante amenazas y desafíos sanitarios» tales como «adaptar la red de hospitales del Ébola para responder ante cualquier enfermedad infecciosa de alto riesgo».

Lo incluía junto a otras prescripciones que desarrollaba en un amplio capítulo, como el terrorismo, el crimen organizado, la vulnerabilidad de los espacios marítimos, aéreos y del ciberespacio; los flujos migratorios irregulares; los efectos derivados del cambio climático, catástrofes naturales y –entre todas ellas– las epidemias y pandemias.

No se le dio al artículo la importancia que tenía, perdido en una de tantas críticas a la gestión del Gobierno, superado por el día a día de números y estadísticas referidos a los estragos del virus.

Con calma, me hago una serie de preguntas sobre el escaso peso político y social que tiene un buen documento como es la Estrategia de Seguridad Nacional 2017 redactado al amparo de una Ley 36/2015 de Seguridad Nacional, aprobada con amplio consenso y cuando el concepto de seguridad ya se lee en el primer párrafo del Preámbulo de nuestra Constitución.

Apunto varias razones:

-La Estrategia de Diciembre de 2017, llevaba la firma de Rajoy y a pesar de que el 16 de julio de 2018 el gobierno en pleno de Pedro Sanchez la conoció en Consejo de Seguridad Nacional y desde entonces no la ha modificado, el documento entró en la conocida vía muerta de la «deslealtad institucional»; es decir: «de lo que ha hecho el otro, ni agua».

-No desarrolla la integración y coordinación en el sistema de las Comunidades Autónomas. Ahora hemos visto sus grietas.

-Por error de formación de conciencia de nuestra sociedad, los temas de seguridad se han vestido de uniforme, confundidos con los de defensa u orden público. Y estos temas y quienes los desarrollan, no han tenido buena prensa ni excesivo aplauso político. Ahora, creo iniciamos un nuevo ciclo en el que la sociedad va entendiendo que los problemas de seguridad nos afectan a todos y que todos, en estas circunstancias, somos necesarios.

-Añado, en esta breve reflexión, un tema no menos importante: la extensión del documento. El general Dayan, héroe israelí en la Guerra de los Seis Días, obligaba a su Estado Mayor a presentarle líneas de acción en una hoja: «no puedo absorber más –repetía– si esperáis que tome decisiones acertadas». Nuestra Estrategia llena 40 hojas del BOE. Dudo que alguno de nuestros políticos haya sido capaz de leerla con detenimiento; mucho menos subrayarla y extraer responsabilidades que le conciernen. Es otro de las fisuras del momento: vender informes a peso; cortar y pegar.

¿Cómo taponar estas grietas?

1.-Desterrando de una vez la deslealtad institucional tan arraigada en muchos ámbitos de nuestra vida. Si lo que hizo el otro no me gusta, lo modifico a su tiempo; no lo desprecio ni destierro.

2.-Hay que integrar y comprometer a las Comunidades Autónomas en el sistema.

3.-Lo ratifican las encuestas, aunque les costará entenderlo a ciertos medios y a cierta clase política. Los uniformados-FCSE, FAS, Policías Autonómicos y Locales- son un trozo vivo de la sociedad, que renunciando a ciertos derechos, está para prestarles servicio. Aparte sus misiones específicas, son una reserva necesaria para cualquier emergencia como la sanitaria actual.

y 4.-Es urgente redactar una nueva Estrategia de Seguridad Nacional, breve, asumible y abierta a toda la sociedad, dirigida como norma, sin entrar en demasiadas explicaciones, a quienes deben velar por nuestra seguridad, marcándoles objetivos, plazos y responsabilidades.

Lo sucedido ahora, no debería pasarnos otra vez, cuando son posibles otras emergencias sanitarias, apagones energéticos o informáticos, incluso colapsos de transportes y comunicaciones.

Dudando si seremos capaces de anotar los fallos, me ratifico en la fe en un pueblo como el español, capaz de levantarse desde abajo con genio y valentía, de saberse poner en la piel del otro con generosidad, de hacer de cada uno de nosotros, pieza importante en el engranaje del necesario esfuerzo colectivo.