Opinión

Confianza y honor

Quienes habitualmente escriben con «fecha de entrega», me comprenderán. Espero que también me comprenda el lector.

Tenía escrita esta tribuna, intentando dar un medido toque de humor a manifestaciones de algunos de nuestros políticos, que confunden latitud con longitud; que creen que Portugal se benefició de nuestro resguardo ante la pandemia que llegaba del Este; de la maléfica línea recta que une Nueva York con Madrid, Teherán y Pekín ; de las dificultades aritméticas de sumar y restar que tienen en Sanidad e incluso del valor de los billones que parecen desconocer quienes pasaron por la facultad de Económicas. Me atrevía a advertir, evitando otro error, que no fue el alcalde Tierno quien ordenó que el Metro de Madrid circulase por la izquierda.

Y resumía recordando a Confucio: «Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe, he aquí el verdadero saber». ¡Hemos pagado muy cara, esta falta de saber!

Y aunque procure habitualmente no escribir «en caliente», no puedo evitar hacerlo sobre el cese por pérdida de confianza de su Ministro, del Coronel de la Guardia Civil Diplomado de Estado Mayor, Diego Pérez de los Cobos y la inmediata y consecuente dimisión de su jefe directo el Teniente General Laurentino Ceña.

Conoce el lector todo el entorno: la manifestación del 8-M con imágenes de una primera fila de convocantes feministas en la que destaca el propio Ministro del Interior; el comprometido papel del Delegado del Gobierno en Madrid; el escrache de Galapagar; el auto de la Magistrada del Juzgado de Instrucción 51; el carácter y dependencias de la Policía Judicial; los comunicados de la Magistratura y de las Asociaciones de la Guardia Civil; las indiscutibles responsabilidades del Ministerio de Sanidad. Por último, las reacciones de los partidos políticos: euforia en Esquerra Republicana con una primera efusión de su portavoz parlamentario, que no perdona al Coronel sus declaraciones en el juicio sobre el 1 de Octubre. A saber –y se sabrá– si el cese formaba parte de los acuerdos secretos PSOE- ERC sobre la moción de censura. Más contenida alegría en Bildu que ya cree tener neutralizada a la Guardia Civil, que con cinco abstenciones y a la chita callando, va consiguiendo el acercamiento de 200 presos de ETA, mientras corta la hierba al PNV, con vistas a las próximas elecciones de Julio.

Y ante todo esto, el Ministro del Interior no tiene otra ocurrencia que hablar a los Guardias Civiles de equiparación salarial. Si hubiese una «comunión de los santos» que recogiese todos los comentarios referidos a esta conjunción de palo y zanahoria, estaríamos ante la manifestación de una verdadera revuelta. Solo la disciplina que conlleva un Cuerpo que sabe hacer del honor su principal divisa, puede resistir callado la afrenta, que bien supo interpretar el general Ceña al pedir su cese. Y no le habrá sido fácil a su sustituto Pablo Salas el relevo. Otra vez la disciplina y el propio consejo de su antecesor, le han obligado. Su negativa podría haber acarreado una no deseable escalada de puestos de responsabilidad, en momentos que todos entendemos son graves.

Un artículo de nuestras actuales Ordenanzas recoge aquel viejo precepto de las históricas de Carlos III, cuando señala que el mando debe hacerse «querer y respetar», precisamente, por este orden. El Ministro tiene asegurado el obligado respeto de las personas que forman una de las Instituciones más valoradas de España. Pero no busque que le quieran. Hablarles sin tacto, sin vergüenza, de equiparaciones salariales, un día así, es romper su confianza.

Pierde el Ministro; pierde el Delegado del Gobierno posible instigador de la medida: ahora no podrá huir de la imputación; pierde crédito el Gobierno. Perdemos todos, como si ya no hubiésemos perdido bastante.

Todos los ventiladores del Gobierno y sus beneficiarios, se han puesto en marcha: «Hay una fecha equivocada»; «hay juicios de valor» en un documento de 83 páginas, que no firma, porque no es suya la policía judicial, Pérez de los Cobos. A escena muy pronto, los teloneros de siempre. Los que en su tiempo no consiguieron romper España y no cejan en su empeño; los falsos pontífices de la izquierda que ya pactaron con ETA, que se venden a cualquier nacionalismo excluyente que solo quiere «convertir a España en una confederación de estados exenta de lealtades y símbolos unitarios y sin compromisos de solidaridad autonómica» como nos recordaba recientemente Fernando Palmero.

Por supuesto también me preocupan los silencios:

  • los de los altos funcionarios de Sanidad que advirtieron del peligro, ante el beatífico e indisimulado protagonismo de Fernando Simón
  • los de Defensa, Ministerio con responsabilidades en un Cuerpo de naturaleza militar.

Los buenos bomberos aconsejan no apagar nunca fuegos con gasolina.