Política

Iglesias, morado de asfixia

Que a Sánchez no le va bien lo dice hasta el propio CIS, si sus estudios se leen con atención y entre líneas. La gestión de la crisis sanitaria le empieza a pasar factura, se está produciendo un desapego de los sectores ideológicos de la izquierda más moderada que se muestran críticos con el presidente.

Lo que en realidad ocurre va más allá de la Covid-19, rechazan la coalición con Podemos por razones ideológicas. Sánchez, sin embargo, ha convertido su problema en un instrumento para exterminar a su socio de gobierno.

La reunión con los empresarios previa a todo proceso de diálogo con el PP ha irritado a populares y a podemistas. Los primeros le han acusado de intentar forzar el acuerdo a Pablo Casado y los segundos se sienten incómodos porque no encaja en su relato de gobierno.

Pero lo que más ha encrespado las relaciones entre los socios políticos ha sido la decisión de Sánchez de pactar los presupuestos con Ciudadanos. La primera reacción fue muy contundente, vetando públicamente que el PSOE negocie los presupuestos con los naranjas.

Sin embargo, que a Sánchez no le vaya bien, no significa que sea más débil. Se ha dado cuenta de que su debilidad se la puede traspasar íntegramente a Pablo Iglesias, a la que ya acumula el podemista después d los últimos fiascos electorales.

El gran error del líder podemista ha sido creer que Sánchez iba volver a jugar, como en las últimas ocasiones, pactando a cambio de pagar un alto precio por los apoyos parlamentarios.

Lo que está haciendo el socialista es justo lo contrario: obligar a que se ofrezcan barato los minoritarios. Iglesias ha tardado unas pocas horas en dar marcha atrás a su veto inicial, sabe que lo único que le falta es aparecer ante la opinión pública como el responsable de una ruptura por poner como condición otro acuerdo con los independentistas.

Tirando del ronzal a Casado, estrangulando a Podemos hasta dejarlo amoratado, pero de asfixia y alejándose del independentismo, Sánchez intenta recuperar el centro izquierda que tanta falta le hace.

Aunque para toda la operación tiene un colaborador necesario, Ciudadanos, el grupo político con más hambre de poder de toda la cámara parlamentaria. En Moncloa alguien ha tenido un olfato especial para detectar qué es lo que estaría dispuesto a hacer parte de la cúpula naranja por tener una cartera ministerial.

En resumen, Sánchez puede dar la vuelta a su situación política, no porque lo vaya a hacer mejor, sino porque ha descubierto que los partidos pequeños han dejado de ser pirañas con las que hay que contar como un mal necesario, para convertirse en alegres carpas de pecera a las que se les echa comida para peces dos ves al día y que están felices por creer que tocan con la punta de los dedos el poder. Claro que en Moncloa siempre hay alguien que lo puede estropear todo.