Opinión
Esquela de la Transición en A4
"¡Tenemos un negro, gritaban!". A Ignacio Garriga lo celebraban mucho como el negro de Vox. Si un negro podía estar de acuerdo con Vox, cualquiera podría estarlo. Para sus enemigos, simbolizaba curiosamente la traición a la diversidad. Un negro podía ser cualquier cosa, menos de Vox. Todo ataque y defensa de Garriga suponía un acto racista. Pero empezó la moción de censura y apareció Garriga, que es un dentista catalán con una chaqueta cruzada como de contralmirante del IESE. A la presidenta de Nueva Zelanda le gustaba Sánchez y apuesto a que ahora su preferido es el diputado Garriga con sus buenas maneras y su moderación dentro del voxismo, esa cosa de yerno irresistible de la no-izquierda, de Sánchez negro, casi de Sánchez Caído.
La derecha ya veía un Vox con el que tejer complicidades, hasta que llegó Abascal con el discurso de Bannon, el Sorismo, Europa como el sueño de Hitler, el altar de estampitas de la «alt-right», y una queja planetaria inabarcable. Si en otros países ha colado, piensa Abascal, que por qué aquí no habría de colar. Estaba siendo una moción interminable: llegaba hasta la China. A la gente se le hizo un mogollón del que solo salió cuando Abascal dijo algo de una «pissería» y entonces, pensé que llevábamos tres horas de sesión y que pronto sería la hora de comer.
La tarde fue más grave. Abascal respondió a los de Bildu con la lista de las víctimas de ETA en ese momento de octubre en el que admite uno que ya anochece muy pronto. Se atragantaban los apellidos de los muertos en los subtítulos de la emisión. Se levantaron los 52 de Vox y nadie más. Habrá discusiones sobre si era oportunista nombrar a las víctimas, pero se entiende menos que nadie más se pusiera en pie. No comprendo ni que se quedaran sentados los de Bildu. Lastra decía algo de Sorkin y andaba circulando por ahí un documento por las libertades que firmaban diez partidos, entre ellos el PSOE, ERC y la izquierda abertzale, que cuando da lecciones de libertad me recuerda a cuando dijeron que Farruquito iba a montar una autoescuela. Ese papel era el acta de defunción de la legitimidad de la Transición en A4.