Opinión
El líder del PP: acierto y error
No entendí la saña personal que el presidente del PP exhibió contra Santiago Abascal. Sí me pareció un acierto el sentido político de ir a por la conquista del centro y dejar patente la distancia ideológica entre los dos partidos. Ese paso adelante, sin embargo, no requería la afrenta personal injusta y cruenta. Y digo cruenta por aquello de «pisotear la sangre de las víctimas» que atribuyó a quien ha batallado frontalmente contra el terrorismo. Lo mismo que echarle en cara que el PP le hubiera dado de comer durante quince años –imagino que incluye los que Abascal fue concejal de Llodio cuando el PP no podía completar las candidaturas del País Vasco–. Por esa regla de tres ¿a cuántos populares Vox da de comer ahora en las autonomías de Madrid y Ayuntamiento, Andalucía y Región de Murcia?
A Padura le leí que «el odio es una enfermedad imparable y una de las más difíciles de curar». Casado, al insultar tan ferozmente a Abascal, agravió a más de tres millones de españoles, cuando además en esas instituciones demuestran más lealtad que los otros socios. No me parece la mejor táctica para conquistar la loma monclovita. Pero doctores tiene la Iglesia. Veremos qué sucede cuando se pase la borrachera mediática y lleguen las campañas electorales. Primera prueba, las catalanas. Allí demostrará si acertó o erró. Digo más, si quienes le aplaudieron son quienes más le odian, quienes quieren romper España, quienes están con ETA y quienes quieren sacar a él y al PP del escenario político, debería hacérselo mirar. El tiempo dirá si le compensa haber acompañado al acierto, que lo es, de marcar distancia con Vox, hacerlo con tan dura acedía, y si el enemigo a batir de los populares es Abascal y no Pedro Sánchez. Así es la vida.
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