Pablo Iglesias

Iglesias, de Vistalegre a Moncloa

La incoherencia y los incumplimientos que criticaba antaño en el PP o el PSOE se han convertido en el fundamento de su propia actuación política,

Los malos estudiantes siempre tienen excusas para justificar el suspenso en un examen. Por ello, es sorprendente que el profesor Iglesias, con un buen expediente académico, actúe de esta forma y se escude en la correlación de fuerzas para no cumplir sus compromisos. La incoherencia y los incumplimientos que criticaba antaño en el PP o el PSOE se han convertido en el fundamento de su propia actuación política, ahora que se ha incorporado al sistema. Muchos electores se pueden preguntar qué sentido tiene que Unidas Podemos esté en el gobierno para ser la muleta de Pedro Sánchez recibiendo, a cambio, las migajas que recibe. No tengo ninguna duda, lo he dicho y escrito desde el primer momento, que agotarían la legislatura porque la sociedad de conveniencia es más sólida que la coherencia ideológica. La estética de Iglesias sigue siendo la misma, pero el paso del tiempo muestra que nada queda del «revolucionario» de Vistalegre en el demagogo vicepresidente del gobierno socialista-comunista. Ahora ya sabemos que es un revolucionario de mesa camilla y un populista bien formado y ambicioso que ha renunciado a sus principios para sentarse en el consejo de ministros.

Ese progresismo de salón es lo único que se puede esperar. Es lo que pudimos ver ayer en la interesante y demoledora entrevista que le hizo Gonzo en el programa Salvados de la Sexta. Iglesias estudió Derecho y después Políticas, por lo que no desconoce las normas y conocía las competencias de su vicepresidencia, que era sólo para hacer política, y de los ministerios florero que recibió como premio de consolación. Entre la vacuidad competencial de esas carteras, agravada por la gestión de sus titulares, solo florece la ministra de Empleo, al margen de que se coincida o no con sus planteamientos, que tiene capacidad de trabajo y experiencia. Es una lástima que no haya en Podemos otras como Yolanda Díaz. La realidad es que Iglesias es prisionero de sus sueños y ambiciones, por lo que hace mucho tiempo que ha dejado de ser leal a las bases de su formación. A esto hay que añadir que es prisionero de los centenares de camaradas colocados en el gobierno y que enviaría al paro si le diera una crisis de dignidad exigiendo a su socio la aprobación de determinadas medidas. El 15-M y Vistalegre ya son solo historia, salvo para algunos nostálgicos entre los que no se encuentran Iglesias y los suyos. Por cierto, la regla general es que el socio mayoritario es el que siempre consigue los réditos electorales.