Opinión

El cuaderno de Chapu Apaolaza: Supertogas

Cambiar las normas es una manera más o menos educada de saltárselas

Escribo sobre lo del fútbol como el que visita una civilización extraterrestre. Percibo el enfado de la gente porque la Superliga va a convertir el fútbol en un manejo entre una docena de los clubes más importantes donde los pequeños no van a tener oportunidades de brillar y donde todo va a depender del dinero. No como ahora. Pretenden que los grandes equipos jueguen entre ellos sin el fastidioso trámite de los ascensos, los descensos y los domingos por la tarde en estadios desvencijados de ciudades de provincias en las que no hay estudios de Bikram Yoga ni gastrobar.

También pretendían nombrar a la cúpula de los jueces sin esa cosa cansadísima de poner de acuerdo a los dos partidos mayoritarios. En tiempos de urgencia pandémica habría que darse prisa, ser ágiles -decían-, para cerrar una superliga de jueces a gusto del Gobierno y sus socios: ‘La Supertoga’. Como la propuesta de Florentino Pérez, la reforma se justificaba en que las reglas de las democracias liberales son un engorro. De todos los vicios de las democracias liberales que se nos han quedado de la pandemia, quizás el más peligroso sea este de deslizar que no hay manera de mandar si hay que poner de acuerdo a dos o tres y que será mucho más fácil que mande solo uno. Durante la pandemia se llegó a colar en el debate el argumento de que los jueces, el Parlamento y en general todos los contrapesos del poder eran poco menos que un obstáculo a la eficiencia de la guerra contra el virus. Todos los totalitarimos tienen una vocación práctica. La sencillez es el quicio de todas las dictaduras pues permite celebrar que al fin llega alguien que pone orden, alguien que por fin hace algo, alguien que se deja de tonterías.

En Europa no les pareció bien que el Gobierno pretendiera reformar las reglas de nombramiento de la cúpula judicial. Cambiar las normas es una manera más o menos educada de saltárselas. Dijeron que a la Comisión no le importaba un tema interno de España. Si les llega a importar, nos invaden. Sale a dar la noticia del mazazo Juan Carlos Campo, ministro de Justicia y superhéroe andaluz. Hay un género literario entero prendido de las rectificaciones del Gobierno y sobre todo en sus justificaciones. Esta última consiste en que no hay un no de Europa a la reforma porque porque tenían la reforma congelada. Como una merluza

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