Opinión
Balas en campaña
Si lo que se quería era tensionar, se ha elegido un camino peligroso
Si alguien hubiese dicho que unas elecciones autonómicas en Madrid y para un periodo de escasos dos años, iban a eclipsar cualquier otro evento político, nadie le hubiera dado la más mínima credibilidad. Pero lo cierto es que la crispación creada –«nos conviene que haya tensión»– es más propia de unas elecciones generales que de lo que aparentemente está en juego. Como ejemplo, baste decir que Cataluña tiene un Gobierno de la Generalitat en funciones desde septiembre, y que si no se forma en un mes, habría otra repetición electoral. De hecho, ERC amenaza con esto si los de Puigdemont no se comprometen a pactarlo en tres días. Todo ello está pasando ante una absoluta carencia de interés informativo, con el foco copado por Madrid.
Con Sánchez e Iglesias como reales o virtuales candidatos, el 4-M se ha convertido en una suerte de primarias de las próximas elecciones a Cortes, y en su ensayo general. Como novedad, los sobres conteniendo balas y navajas para destinatarios políticos que irrumpen como estrellas en la campaña, a modo de víctimas salvadoras de la democracia, amenazada por el fascismo que debe ser aislado. Hay que investigar esos hechos que tienen que aclararse, aunque sólo fuera para evitar que cunda el ejemplo, y ahora los destinatarios sean los fascistas, con sobres más peligrosos en su contenido, como en otros tiempos.
Si lo que se quería era tensionar el ambiente para movilizar a los votantes, se ha elegido un camino peligroso. Ahora amenazan personas enfermas con remite.
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