Comunidad de Madrid

¿A qué están los madrileños?

Madrid no mira a las bilis por mucho que algunos se empeñen, Madrid decidirá mirando al fondo de la olla en la cocina, así de crudo... estrategas.

Suele mantenerse en el mundo de la demoscopia, que el éxito o fracaso de los grandes gurús de la estrategia política, –ya saben, esos dechados de materia gris que acaban fagocitando la línea de actuación de un partido en tiempo de elecciones– es directamente proporcional a algo que les suele resultar tan ajeno y mucho más ligado a la gestión de sus «representados» como es la «ola» política –a veces tsunami– o eso que suele calificarse como «cambio de ciclo». En la Comunidad de Madrid, a poco más de tres días para el punto final a una de las más interminables y embarradas campañas que se recuerdan, vienen evidenciándose síntomas que, en esa línea parecen hacer inútil cualquier movimiento táctico frente una percepción ciudadana de la realidad instalada desde hace tiempo en la calle.

A la espera de la hora de la verdad en el sondeo definitivo del «4-M», las encuestas publicadas por muchos medios incluido este periódico, no sólo arrojan poco fructíferos resultados en los constantes cambios de estrategia de la izquierda –especialmente en el PSOE– sino que no acaban de poner límite a un crecimiento del fenómeno Ayuso que continúa recogiendo los réditos de convertirse en casi exclusivo referente contra las políticas de la coalición social-podemita del Gobierno nacional, especialmente contestadas en una comunidad como la madrileña que, en contra de lo que muchos creían se corresponde muy poco sociológica y electoralmente a día de hoy con otros territorios del Estado.

La utilización electoral más o menos burda de hechos deleznables y condenables sin fisuras como el envío de misivas amenazantes a miembros del Gobierno y al líder de Podemos, no parece surtir efecto alguno en un momento y lugar donde, sencillamente las prioridades sociales son otras como la angustia por la pérdida del empleo aparejada a las restricciones a las que obliga la lucha contra el covid. Para ser más exactos, en Madrid donde casi setecientas mil familias viven del comercio y la hostelería, la disyuntiva no es tanto izquierda/derecha, democracia/fascismo, como «apertura/cierre» de la actividad económica, por no hablar de otros apartados nada menores como el de la oferta de unos u otros a la hora de freírnos o no a impuestos . Madrid no mira a las bilis por mucho que algunos se empeñen, Madrid decidirá mirando al fondo de la olla a en la cocina, así de crudo... estrategas.